La
cultura Mochica, llamada tambien cultura Moche, es una cultura precolombina que se extendió a
lo largo de la costa norte del Perú, aproximadamente entre los años 100 d.c
hasta el año 700 d.c Era una civilizacion contemporánea a la cultura Nazca que
ocupo la costa sur del Perú. Los mochicas se situan cornologicamente entre la cultura Chavin (Horizonte temprano)
y la cultura Chimu (Horizonte tardio). Históricamente pertenecen al período
llamado el de "Los maestros artesanos" o "grandes constructores
de ciudades ", que duro hasta el 700 d.c., ese nombre indica el carácter
industrioso y creativo de esta sociedad, que es tan hermosa cerámica retrataba
la vida cotidiana y las creencias religiosas de la época, y cuyos orfebres
asombraron incluso a los incas. Las teorías sobre esta cultura están cambiando
en la actualidad debido al descubrimiento de yacimientos arqueológico, como la
señora de Cao y Señor de Sipán (El Señor de Sipán) que se descurbrio Huaca
Rajada, cerca de Chiclayo. La causa de la desaparicion de la Mochica alrededor
del año 600 a 700 se desconoce, pero podría haber sido iniciado por una sequía
de 30 años a finales del siglo VI, seguido por un periódo de inundaciones
provocado por un Super Fenomeno de el Niño (identificado por meteorólogos en el
espesor del hielo en los Andes) y terminó por las fuerzas de invasión del
imperio Huari. El declive de los moches marcó un vuelco general del balance de
poder en el Perú desde la costa norte hacia la sierra sur.
LINEA DE TIEMPO DE LA CULTURA MOCHE
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRWSMHthA4VW1Q5Ex8koMFN5J3kgrB_pK1CiDP5kYJlLLVKfT8wSnQDQW5JPpgFyRiIsbMXX66DDbwRDLJ4pAhfPplsn_YF5k1QfwPLA5JxHr-2Ae21vy8MMo8fQaH7NAXbKZLMTn2rw/s1600/received_630052467169862%255B1%255D.jpeg)
LINEA DE TIEMPO DE LA CULTURA MOCHE
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Organizacion Politica - social
La nación moche fue un Estado Militarista- Teocratico, no existio un gobierno
central, sino que era un grupo de señoríos independientes donde gobernada un
curaca, cada una de ellos controlaba una o más valles de la costa. Los guerreros
debieron de gozar de un estatuto especial, se formaron ejércitos profesionales
para el control, la dominación política y la seguridad territorial, como lo
demuestran complejos militares estratégicamente situados en los valles y
extensas murallas que delimitaban los pequeños reinos.
El centro principal o capital de los Mochica fue el valle de Moche. La sociedad
mochica estaba estratificada. El estado Mochica ampliaba sus territorios
mediante las guerras de conquista, los nuevos territorios se vinculaban
mediante una red de carreteras y caminos. Los caminos de los Moche y el sistema
de estaciones de paso se cree que han sido una inspiración temprana para la red
de caminos Inca.
* El Cie-Quich (representado como un jaguar): Era el
gobernante o rey de uno o muchos valle costeños.
* El Alaec : Eran reyes subordinado al poder de un soberano
Moche "Cie quich".
* El Sacerdote (representado como un Zorro): Poseian gran
poder en la poblacion mochica e iniciaban los rituales religosos
* El Pueblo (representado como un lagarto): Estaba compuesto
por campesinos, pescadores, comerciantes y artesanos.
Los textiles y ropas fueron hechos principalmente de lana de vicuña y alpaca.
Aunque hay muy pocos ejemplos de esto, el pueblo Moche tenia conocimientos de
sus antepasados.
![](https://sites.google.com/site/mundomochica/_/rsrc/1336396832461/el-estado-mochica/tipo-de-gobierno/tipo%20de%20gobierno%20mochica.png?height=262&width=400)
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Economia de los Moches
La economica de los mochicas estuvo basado en un gran dominio en la técnica
agricola y la construcción de canales de riego artificial, que aun subsisten en
la actualidad en el valle de Chicama. Usaron el guano en la siembra de maíz,
frijol, papa, calabaza, cacahuate (mani), árboles frutales, etc. Practicaban la
pesca en "Caballitos de Totora (técnica que subsiste en la actualidad en
las regiones norteñas del Perú). El aumento de la poblacion Moche llevo a
construir grandes proyectos de irrigación, obras de ingeniería hidraulica se
llevaron a cabo, como el canal de La Cumbre, todavía en uso hoy en día, y el
acueducto de Ascope.
Ceramica de la cultura
Mochica
Los motivos decorativos de la cerámica Moche fueron muy diversos, animales,
plantas, escenas de la vida cotidiana de los moche y la mitología mochica
"Dioses" , entre otros. Se trata de la cerámica de mejor calidad
entre todas las antiguas culturas precolombinas, además de ser sólo comparable
a la ceramica griega.
La cerámica Moche fue principalmente de color rojo o, excepcionalmente, naranja
y, en algunos casos, negro humo, esta cerámica Moche es una de las más variadas
del mundo. El uso de moldes les habría permitido la producción masiva de
ciertas formas. Pero a pesar de esto, había una gran variación en la forma y el
tema de los ceramios donde se representaban las actividades sociales más
importantes como la guerra, vida cotidiana, Trabajos artisticos, animales,etc
La coloración de la cerámica Moche es a menudo simple, con crema amarillento y
rica en rojo que se usa casi exclusivamente en piezas de élite, con el blanco y
negro utilizado en sólo unas pocas piezas. Sus construcciones de adobe en su
mayoría han sido destruidos por los saqueadores y por las fenomenos naturales
de los últimos 1300 años, pero las huacas aun muestran el colorido de sus
murales artisticos.
El arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle (1901-1966), fundador de Museo Larco
Herrera de Lima, sacó numerosos trabajos arqueológicos y mejoro en gran medida
el conocimiento de la civilización Moche.
Las cerámicas mochicas se pueden clasificar en:
* Escultórico: Ya que realizaron obras artísticas representando a personas,
animales.
* Realista: Ya que representaban de forma exacta a la realidad de su entorno,
retrataban imágenes de la vida diaria.
* Documental: los mochicas realizaron muchas obras de arte que dejan ver su
modo de vida y pensamiento precolombino, esto sirve como un fuente para
investigar su cultura.
*Pictórica.
Principales obras de arte de los Mochica
Los
Huacos Retratos:
Estos huacos reflejaban las expresiones humanas de los pobladores moche
"razgos fisicos" y estados de animo.
Los Huacos Eroticos: Representaban imagenes de la vida sexual de los
pobladores mochias, se cree que era un culto a la fertilidad.
Los Huacos patogenos: Retrataron imagenes de personas con enfermedades variadas.
La producción de ceramicas se dividió en varias fases:
* Primero: La selección de la tierra y la mezcla dependiendo de la complejidad
de la pieza
* Segundo: Modelización de la matriz "arcilla"
* Tercero: Creación de moldes
* Cuarto: Producción de piezas finales en varias copias
MUSEOS: El Museo Larco de Lima, sigue siendo la referencia en términos
de información en la cerámica Moche con piezas de más de 45.000 objetos de arte
precolombino (cerámica, 38 000), esencialmente de la cultura Moche. el museo
Larco de Lima constituye una valiosa fuente de información para los turistas e
investigadores que observan piezas catalogadas con mucha información. Se puede
apreciar el arte mochica en sus invaluables piezas de cerámica, textiles, puede
ir a los museos arqueológicos del Perú, Museo Larco Herrera, Museo de la Nación
en Lima y el Museo Brüning en Lambayeque.
Religion de los Mochica
Parece que el ritual religioso más importante era una ceremonia de sacrificio,
en el que los prisioneros de guerra fueron sacrificados para los dioses. El
principal dios Moche, fue Ai apaec, este es representado por una figura humana
con la boca de un tigre con colmillos y rugiendo.
Los sacrificios pueden haber sido asociado a los ritos ancestrales de
renovación y fertilidad agrícola. La iconografía Moche cuenta con una figura
que los estudiosos han apodado el Decapitador "o el Dios Ai Apaec, Es con
frecuencia es representada como una araña, pero a veces como una criatura alada
o un monstruo marino, las tres características simbolizan la tierra, el agua y
el aire. Por lo general se muestra al dios Ai Apaec con un brazo sosteniendo un
cuchillo y el otra sosteniendo una cabeza cortada por el pelo. El 'Decapitador'
o dios Ai Apaec habría influido en las numerosas prácticas que rodean a los
sacrificios humanos mochicas.
El centro religioso moche fue la Huaca de la Luna, donde los sacerdotes
llevaron a cabo todo tipo de ceremonias y rituales religiosos.
![](https://image.slidesharecdn.com/mochesfinaltp-131126140319-phpapp01/95/los-moches-cermica-ertica-11-638.jpg?cb=1385474705)
Metalurgia de la cultura
Mochica
Los mochicas eran eximios trabajadores metalúrgicos que descubrieron las
propiedades o principios del oro, de la plata y del cobre, ellos desarrollaron
con el tiempo las técnicas de extracción minerales, Su fundición y sus
tratamientos químicos.
Trabajaron con aleaciones sofisticadas, mezclaron hábilmente cromo y mercurio
obteniendo bronce, cobre dorado y plata dorada, no al azar, sino con patrones y
normas, manejaron una variedad de reactivos como la sal comun, nitrato de
potasio, alumen de potasio, sulfatos, etc. Desarrollaron metodos de fundición,
refinación, soldadura de metales, extrusión y laminación metales, etc.
Con todo esto, pudieron producir una gran variedad de objetos de uso cotidiano
como tazas, platos, Pinzas, conchas, adornos como Collares, medallas, Pulseras,
Pendientes de orejas, de labios y narices, y tambien armas como cuchillas o
puntas de flecha, protectores de varios tipos, y objetos religiosos como
máscaras de rituales religiosos e incluso instrumentos musicales como tambores
y flautas.
Arquitectura de la cultura
Moche
La arquitectura mochica uso predominantemente como elemento base para sus
construccion el barro y adobe. La sociedad Moche construyó centros o templos
ceremoniales (donde vivía la elite), centros administrativos, talleres de
artesania y un sinnumero de viviendas domesticas. Estos centros ceremoniales
estaban compuestos de plataformas de adobe y dedicaban culto a sus dioses con
decoraciones de pinturas murales. Los construcciones mochica fueron posible
gracias a la mano de obra de un sinnumero de subditos y prisioneros de guerra
que construyeron grandes piramides y palacios. Los arquitectos mochica también
utilizaron la piedra como elemento de construccion, peroprincipalmente para las
bases de murallas y terrazas. La forma más típica de las estructuras de los
templos ceremoniales y viviendas domésticas es la foma rectangular, a
diferencia de las estructuras construidas con muros circulares en las cimas de
cerros.
Huaca
de la Luna(Diosa
Shi, Esposa del Dios hacedor): En esta Huaca se puede ver el mural
"Rebelion de los artefactos".
Huaca del Sol , Dios Hacedor (Aia paec "el Decapitador" )
:Ha sido destruida en gran parte por los conquistadres europeos en su afan de
encontrar oro.
Huaca Cao Viejo (en el complejo arqueologico El Brujo): Se puede
observar en esta huaca el mural “danza de los prisioneros”
Huaca Rajada: Donde se encontro al Sr de Sipán. Actualmente los
hallazgos del Sr de sipan se encuentran en el Museo Tumbas Reales de Sipan,
Lambayeque.
En la Huaca Rajada ocurrio un espectacular descubrimiento de una tumba real
Moche "El señor de Sipan"se hizo en febrero del año 1987 por el
arqueologo Walter Alva, director del Museo Arqueológico Brüning en Lambayeque.
Hubo informes de la excavación en la revista National Geographic (octubre de
1988 y junio de 1990), se habló de de una tumba con los más ricos tesoros en el
Nuevo Mundo. El hallazgo incluyó piedras semi-preciosas traídas de Chile y
Argentina por los moches, y conchas marinas de Ecuador (los Moche fueron
también grandes navegantes).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBsm4Ol6xdgnvMmwMg4V6QBLIam55fyUXRWBt1aFFRHbfIDx847ChuvzuGL_Z_7_cLCrT84oZlsDtO-FuQa3q1ZoPY1cIBkHyV-cuu3M3n42AM5InM5PhD-XABiKShgPtqPp3qVXWavA/s400/20160726_171937%255B1%255D.jpg)
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Arquitectura Monumental: Eran los Templos ceremoniales y
administatrivos. Ejm: Huaca de la Luna y del Sol
Arquitectura Domestica: Realizados para el asentamiento de la población moche
Arquitectura Militar: Realizaron grandes construcción de murallas y
fortalezas con una mezcla de piedra y adobe para un fin defensivo.
REVISTAS
METALURGIA Y ORFEBRERÍA:
1. Los moche fueron grandes
orfebres y utilizaron cobre, oro y plata con incrustaciones de piedras
preciosas para fabricar aretes, narigueras, pectorales, collares y diversos
accesorios que eran usados por el gobernante y su corte. También hicieron
aleaciones de cobre con oro, llamado ;tumbaga“, esta técnica era usada para
darle apariencia de oro.
2. Como se pudo observar en las
imágenes anteriores, los moche produjeron gran variedad y cantidad increíble de
joyas simbólicas y éstas eran utilizadas en ceremonias por los jerarcas o
gobernantes, siendo finalmente sepultados con sus dueños. Las joyas del SEÑOR
DE SIPÁN son la mejor muestra de orfebrería moche.
3. Otra muestra representativa de
la orfebrería moche es el sorprendente y último descubrimiento en el año 2006
de la tumba de una gobernante mujer con todo su ajuar de oro, en Huaca Cao
Viejo, en el complejo arqueológico de El Brujo. Bautizada como la SEÑORA DE CAO
, esta sacerdotisa confirma la importancia que tuvo la mujer en la antigua
sociedad mochica.
ARQUITECTURA:
La arquitectura mochica uso predominantemente como elemento
base para sus construcción el barro y adobe.
Huaca de la Luna(Diosa Shi, Esposa del Dios hacedor): En esta Huaca se puede
ver el mural "Rebelión de los artefactos".
Huaca del Sol , Dios Hacedor :Ha sido destruida en gran parte por
los conquistares europeos en su afán de encontrar oro.
Huaca Cao Viejo (en el complejo arqueológico El Brujo): Se puede
observar en esta huaca el mural “danza de los prisioneros”
Huaca Rajada: Donde se encontró al Sr de Sipán. Actualmente los
hallazgos del Sr de sipan se encuentran en el Museo Tumbas Reales
de Sipán, Lambayeque.
En la Huaca Rajada ocurrió un espectacular descubrimiento de una
tumba real Moche "El señor de Sipan"se hizo en febrero del año 1987
por el arqueólogo Walter Alva, director del Museo Arqueológico
Brüning en Lambayeque. Hubo informes de la excavación en la revista National
Geographic (octubre de 1988 y junio de 1990), se habló de de una tumba con los
más ricos tesoros en el Nuevo Mundo. El hallazgo incluyó piedras semi-preciosas
traídas de Chile y Argentina por los moches, y conchas marinas de Ecuador (los Moche fueron también grandes navegantes).
TESIS
DE Luis
Jaime Castillo Butters. Profesor Principal del Departamento de Humanidades,
Sección Arqueología y Director de Relaciones Internacionales y Cooperación de
la Pontificia Universidad Católica del Perú.
CULTURA MOCHE
INTRODUCCION
En los últimos años
la arqueología de la costa norte del Perú, y particularmente la arqueología
Mochica, han experimentado un inusitado desarrollo, especialmente a partir del
descubrimiento y excavación de las tumbas reales de Sipán en 1987. El renovado
interés que existe en el fenómeno Mochica se puede ver en la gran cantidad de
investigaciones que hoy se llevan a cabo (Uceda y Mujica 1994), y en el número
de publicaciones sobre diversos aspectos de este pueblo que aparecen cada año.
Este desarrollo no está basado sólo en recientes descubrimientos, sino que es
el resultado del aporte de una larga tradición de investigadores que comenzó
con Max Uhle y Rafael Larco, y ha continuado con la contribución de un gran
número de peruanos y extranjeros dedicados al estudio de esta sobresaliente
sociedad. Actualmente gran parte de las investigaciones sobre la cultura
Mochica están dedicadas al estudio rada por Rafael Larco en cinco fases
estilísticas. Esta secuencia estuvo basada en un estudio sistemático Resumen Uno
de los más importantes desarrollos de los estudios sobre la cultura Mochica en
los últimos diez años es la cada vez más clara división entre una esfera sur y
una esfera norte geográficamente separadas por la Pampa de Paiján. En estas dos
áreas de la costa norte peruana entidades políticas de diferente grado de
complejidad se desarrollaron entre los años 100 y 750 d.C. La adscripción de
todos los Mochicas a una sola entidad política parece derivar de una falta de
análisis de variaciones regionales en todos los aspectos de la cultura
material, del énfasis de los estudios arqueológicos desde principios de siglo
en el área de los valles de Moche y Chicama, centro de la esfera Mochica del
sur, y de la escasez de colecciones comparativas de Mochica del norte. Los Mochica
del sur parecen haber sido un estado unificado que se embarco en un proceso de
expansión hacia el sur durante las fases III y IV. Aun cuando los Mochicas del
norte y sur siguieron diferentes líneas de desarrollo todas compartieron
estrategias económicas, organizaciones sociales y prácticas y creencias
ideológicas. En este artículo presentamos las evidencias disponibles para
postular la división e interpretamos las circunstancias históricas y ecológicas
que generaron las diferentes sendas de desarrollo. One of the most important developments in Moche
studies in the last ten years is the increasingly apparent division between a
northern and a southern sphere, geographically separated by the Pampa de
Paiján. In these two areas of the Peruvian North Coast distinct political
entities developed between A.D. 100 and 750. The ascription of all Moche to one
single political entity seems to derive from the predominance of archaeological
studies starting at the turn of the century in and around the southern valleys
of the Moche, a scarcity of comprehensive collections for the northern Moche,
and a general lack of analysis of regional variations in Moche material
culture. The southern Moche seems to have been a single, unified expansive
state that underwent a process of southward expansion during Phases III and IV.
In spite of different developmental paths, both the northern and southern Moche
polities shared similar economic strategies, social organizations, and
ideological practices and beliefs. In this paper we present the evidences
available to postulate the division and interpret the historical and ecological
circumstances that generated the different developmental paths and ceramic
sequences. de tres grandes temas: la iconografía y la secuencia cerámica, y particularmente
la estructura política regional. Una serie de recientes estudios están
tratando de establecer cuántas regiones, entidades polí- ticas o estados
constituyeron el fenómeno Mochica. Tradicionalmente se aceptaba que los
Mochicas fueron a lo largo de su historia un estado centralizado o una entidad
política unificada y monolítica (Figura 1), controlada por una clase gobernante
de sacerdotes guerreros desde una capital ubicada en las Huacas de Moche. Los
Mochicas habrían difundido sus tradiciones a lo largo de un amplio territorio a
través de un proceso de conquista militar. Esta concepción centralizada y
expansiva está siendo cuestionada. Nuevos estudios arqueológicos sugieren que
existirían contemporáneamente al menos dos grandes regiones Mochicas, una norte
y otra sur, separadas por la Pampa de Paiján (Figura 2; Donnan 1990, n.d.,
Donnan y Cock 1986). Paralelamente se están reexaminando las peculiaridades del
desarrollo de las manifestaciones culturales del fenómeno Mochica en diversas
regiones, especialmente en cuanto a su secuencia cerámica. La secuencia
cerámica Mochica de cinco fases, planteada por Larco en 1948 y confirmada en
numerosos estudios de colecciones y trabajos arqueológicos, si bien útil para
explicar la evolución de la cerámica Mochica en la región sur (en adelante
Mochica-Sur), aparentemente no tienen la misma utilidad en la región norteña
del fenómeno Mochica (en adelante MochicaNorte). Nuevos descubrimientos y
nuevas líneas de investigación han llevado a cuestionar la existencia de un
estado Mochica único y unificado, y de una sola secuencia cerámica, pero a la
vez han reafirmado la uniformidad de «lo Mochica» como entidad cultural. Es
cada vez más claro que los Mochicas de diversas regiones compartieron a lo
largo de su historia una serie de elementos en común, los cuales evitaron que
las diferentes entidades políticas seconvirtieran en entidades culturales
independientes. Cuando pensamos en los Mochicas nos imaginamos una sociedad
cohesionada, que compartía un ecosistema definido por los valles costeños de
Piura a Nepeña (Donnan 1978) y que estaba expuesta a ciclos de Niños y sequías.
Es muy probable que los Mochicas hablaran una misma lengua, emparentada con la
lengua Muchik (Carrera [1644] 1939); participaran en ceremonias muy semejantes,
como la Ceremonia del Sacrificio (Alva y Donnan 1993) y rindieran culto a los
mismos dioses, especialmente Aia Paec (Larco 1948, Castillo 1989). Una compleja
jerarquización de la sociedad fue común a todas las entidades políticas
Mochicas (Larco 1938, 1939), mostrándose la posición de los individuos en todos
los aspectos de la vida cotidiana; desde sus ropajes y joyería, sus armas y
literas, los portadores y sirvientes que tenían, hasta su porte y musculatura
que dependía, al fin y al cabo, de su dieta. Luego de su muerte cada individuo
recibía un tratamiento funerario que reflejaba su posición en la sociedad a
través del tipo y tamaño de su tumba y de los objetos depositados como ofrendas
en ella (Castillo y Donnan 1994, Donnan n.d., Donnan y Mackey 1978). Sabemos
también que los señores Mochicas contaron con artesanos de gran experiencia,
capaces de enroscar minúsculas laminas de oro y hacerlas parecer hilos (Alva y
Donnan 1993: Fig. 185), o de decorar ceramios y paredes con detallados diseños
que mostraban ceremonias y rituales, así como animales silvestres y monstruos
sobrenaturales (Uceda, et. al. 1994; Bonavia 1985; PACEB 1994). También
construyeron algunos de los templos y residencias más suntuosas que se hayan
visto en los Andes (Hass 1985). Si bien estos elementos nos hablan de una
sociedad compleja y jerarquizada, son las semejanzas estilísticas de los
artefactos producidos en diversas regiones y bajo distintas administraciones
las que nos indican una tradición compartida y una fuerte interacción entre los
Mochicas de diversas regiones. Una sola cultura Mochica La idea que los
Mochicas constituyeron una sola entidad política y cultural es el resultado de
las peculiaridades de la evidencia arqueológica. Para explicar como se llegó a
esta interpretación queremos plantear tres fases en que las evidencias fueron
colectadas e interpretadas. En la primera fase se determinó que existía una
sola cultura Mochica, diferente e independiente de otras culturas
prehispánicas. Esta cultura había antecedido a la irrupción de elementos
asociados con el Horizonte Medio y la cultura Chimú. Esta interpretación estuvo
basada en la identificación en diferentes valles de la costa norte de un
repertorio de artefactos, especialmente ceramios, muy semejantes en forma y decoración,
y de una comparación de este estiloe con el de objetos obtenidos en otras
regiones, especialmente en la costa central. En la segunda fase se definió que
los artefactos cerámicos producidos por los Mochicas habían evolucionado en
todas las regiones influenciadas por esta cultura de acuerdo a una misma
secuencia, configu-Rafael Larco Hoyle.
de grandes colecciones de cerámica, especialmente la
colección del Museo de Chiclín (hoy Museo Arqueológico Rafael Larco H.), y de
superposiciones de contextos funerarios de donde provenían los ceramios.
Finalmente, en la tercera fase se definió el carácter político del fenómeno
Mochica. La expansión de la cultura Mochica y la difusión de su cultura
material habrían sido el resultado de una sola entidad política expansiva y
militarista, que durante las fases tres y cuatro alcanzó a conquistar la región
comprendida entre los valles de Lambayeque y Nepeña. Signo inequívoco de este
proceso era la distribución de la cerámica Mochica, especialmente de la cerá-
mica elaborada que representaba a las clases gobernantes de esta sociedad. Una
Sola Cultura Las culturas precolombinas usualmente han sido definidas a través
de conjuntos de objetos que comparten los mismos rasgos estilísticos,
especialmente objetos cerámicos. Conjuntos de objetos con diferentes rasgos
estilísticos representan diversas culturas, e interacciones entre estilos, por
ejemplo cuando un estilos aparece influenciando a otro, se interpretan como
interacciones entre diferentes entidades culturales. Una vez que el repertorio
de rasgos ha sido definido, se estudia su distribución en el espacio para
entender cuál fue el ámbito geográfico controlado o influenciado por una
determinada cultura. Culturas arqueológicas son, por lo tanto, conjuntos de
objetos distribuidos en el espacio, no de personas ni de las sociedades que las
organizaron. El primer paso en la creación de una cultura prehispánica,
entonces, es caracterizar un estilo cerámico, tanto a través del estudio de
objetos en contexto, como de objetos en colecciones. Con la cultura Mochica la
situación no fue diferente, y fue el peculiar origen de la muestra cerámica que
se estudió lo que llevó a pensar amuchos investigadores, incluidos nosotros,
que los Mochica habían sido una sola entidad cultural. En el primer capítulo de
la historia de los estudios sobre la cultura Mochica destacan tres
personalidades: Max Uhle, investigador alemán que realizó las primeras
excavaciones científicas en las Huacas del Sol y la Luna; Alfred Kroeber, uno
de los pioneros de la antropología norteamericana que estudió en detalle las
colecciones de Uhle; y particularmente Rafael Larco, investigador peruano que
dedicó su vida, y buena parte de sus recursos, al estudio de esta sociedad.
Antes del trabajo de estos investigadores, si bien existían colecciones en el
Perú y el extranjero que incluían piezas de esta tradición, la cultura Mochica
no existía como entidad independiente. La primera tarea de estos investigadores
fue, pues, aislar el fenómeno Mochica de otros fenómenos culturales, y ubicarlo
en la secuencia de culturas del antiguo Perú. Max Uhle, en sus excavaciones a
principios de siglo en las Huacas de Moche, ubicó y excavó una serie de tumbas
Mochicas, especialmente en las áreas definidas como sitios E y F al pie de la
Huaca de la Luna (Uhle 1915, Kroeber 1925:213). Estas tumbas, lamentablemente
nunca bien publicadas, contuvieron más de 680 piezas de cerámica
estilísticamente muy consistentes. Muchas compartían la característica
decoración pictórica en crema y ocre, y/o detallada decoración escultórica que
permitían diferenciarlas fácilmente de otros estilos encontrados en el sitio,
especialmente del ubicuo estilo Chimú, y del estilo Tiahuanaco encontrado por
el mismo Uhle en Pachacamac en 1896 (1903). Uhle además determinó que este
estilo era contemporáneo con la construcción de la Huaca de la Luna (Uhle
1915:105), por lo tanto los arquitectos de estas masivas estructuras
pertenecían a la misma sociedad que había producido a los maestros artesanos
que elaboraron esta fantástica cerámica. Kroeber (1925), luego de un minucioso
análisis de las colecciones de Uhle en la Universidad de California, Berkeley,
caracterizó por primera vez el estilo, diferenciándolo de otros estilos
encontrados en el sitio. La información estratigráfica recogida por Uhle
permitía concluir que el nuevo estilo era anterior a los estilos Tiahuanaco y
Chimú, por lo que Kroeber lo llama Proto-Chimú. El estilo caracterizado por
Kroeber no era exclusividad de la colección de Uhle; piezas semejantes existían
en otros Museos en Europa, los Estados Unidos y el Perú. Kroeber en su estudio
comparó las colecciones recogidas por Uhle con colecciones existentes entonces
en el American Museum of Natural History y el Peabody Museum. En estos museos
Kroeber encontró ceramios con las mismas características estilísticas,
confirmando que se trataba no de un fenómeno aislado, sino de un estilo
consistente y difundido en la costa norte. Ahora bien, pequeñas diferencias
existían entre algunos grupos de objetos, especialmente en sus formas y
contenidos iconográficos, lo que hacía sospechar que existían variaciones,
quizá debidas a factores cronológicos, en el estilo. Es decir que estas
colecciones incluían objetos de diversas épocas. Esta sospecha no se
comprobaría hasta que no se estable-ciera una secuencia para la cerámica
Mochica. En base a la procedencia de estas colecciones, y a informaciones
recogidas durante sus propios viajes de investigación por la costa norte del
Perú, Kroeber inició el estudio de la distribución espacial del estilo
Proto-Chimú (Figura 3). Kroeber (1925:224-229) concluyó que el estilo
Proto-Chimú «en realidad es característico sólo en [...] el área de
Trujillo-Chimbote, ocurriendo infrecuentemente en las dos áreas adyacentes
(Casma al sur, y PacasmayoChepén al norte), y no apareciendo en lo absoluto en
las dos áreas más norteñas (Lambayeque y Piura). Aún cuando estéticamente
superior, Proto-Chimú permanece siendo un estilo local. Evidentemente existió
durante un período de limitadas comunicaciones, probablemente de unidades
políticas restringidas» (Kroeber 1925:228-229). Las características
estilísticas que Kroeber encontró en los materiales excavados por Uhle también
estaban presentes en miles de piezas en colecciones existentes en el Perú,
especialmente en la colección pionera que Víctor Larco creara y que
posteriormente fuera depositada en el Museo Nacional, y en la gigantesca
colección que Rafael Larco congregara en la Hacienda Chiclín. Estas semejanzas
estilísticas confirmaban, como era de esperarse, la consistencia del estilo
Proto-Chimú y su enorme frecuencia. Se requería en este momento de un amplio
corpus de piezas cerámicas para pasar de una simple caracterización a una
definición del estilo y la iconografía Mochica. Rafael Larco, a través de
excavaciones de cementerios en diversos valles de la costa norte entre Chicama
y Santa (1945:30-41), y de la adquisición de colecciones menores, logró reunir
la colección más grande y completa de cerámica Mochica que existe a la fecha.
Fue en base al estudio de esta colección, proveniente en su inmensa mayoría de
los valles de Chicama a Santa, que Larco definió el estilo Mochica (1945:15,
1948). El estudio de la cerámica Mochica emprendido por Larco es radicalmente
diferente al estudio de Kroeber. Kroeber analizó la cerámica Mochica solamente
desde una perspectiva estilística, tratando de identificar elementos que
permitieran fechar sitios y comprender la secuencia cultural de la costa norte.
Kroeber estaba interesado en identificar culturas (entendidas como unidades estilísticas);
Larco estaba interesado en entender la mentalidad y la vida del hombre Mochica
del pasado. Para Larco la cerámica Mochica era primero un documento de la vida
en el pasado, y sólo en segundo lugar una herramienta estilística o un
instrumento cronológico. Es por esto que Larco emprende y publica primero
(1938, 1939, 1945) sus estudios interpretativos, donde describe al hombre
Mochica y su sociedad, la religión y el arte, el gobierno y el culto a los
muertos. Larco entendía la totalidad de la producción cerámica Mochica como el
resultado de un grupo de individuos compartiendo un mismo sistema cultural, un
mismo idioma y una misma religión, y regidos por una misma élite y un mismo
sistema político. No fue sino hasta 1946 y 1948 que Larco publica su estudio de
la secuencia estilística de la cerámica Mochica. Es por el énfasis en el
individuo y no el estilo que Larco denomina a este fenómeno con el gentilicio
Mochica. La acuciosidad y rigor del trabajo de Uhle, Kroeber y Larco está fuera
de duda. Lo que queda por discutir es sólo si la base de datos con que contaron
estos investigadores era realmente representativa de la totalidad del fenómeno
Mochica. Por lo temprano de estos estudios algunas omisiones son obvias.
Kroeber, por ejemplo, afirma en 1925 que en el valle de Lambayeque las
evidencias de la cultura Mochica «aún esperan ser descubiertas o por lo menos
publicadas» (Kroeber 1925:228). Larco, si bien menciona la presencia de
cerámica Mochica en los valles de Piura a Casma, afirma en 1966 que en Lambayeque
«es escasa la orfebrería Mochica y que tuvieron menor cantidad de oro a su
disposición que los hombres de Lambayeque» (Larco 1966b:97). Estas afirmaciones
contrastan con la magnificencia de la tumba del Señor de Sipán, donde las
asociaciones de los Mochicas con grandes cantidades de oro y con una fuerte
presencia en el valle de Lambayeque quedan claramente confirmadas. Es evidente,
por ende, que tanto Kroeber como Larco contaron para hacer sus observaciones
con datos arqueológicos y colecciones de ceramios procedentes principalmente de
los valles de Chicama, Moche, Virú, Chao, Santa y Nepeña. Piezas de estas
regiones conformaban el grueso de la colección Larco, y de las grandes
colecciones del Museo Nacional de Lima, del Museo fur Volkerkunde en Berlín,
del Museo del Hombre de París, etc. En base a estas colecciones es que se
hicieron las primeras observaciones y caracterizaciones del estilo Mochica y de
su secuencia cronológica. Los resultados fueron luego comparados y confirmados
con otras colecciones provenientes de estas mismas áreas. Larco sabía de la
existencia de algunos especímenes de cerámica Mochica en el valle de
Lambayeque, al norte de la zona antes definida (Figura 1), pero por su reducido
número los explicó en términos de «intercambio comercial y cultural entre
Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 8 los
hombres de Lambayeque y los Mochicas. De allí que en Lambayeque, Pátapo,
Pomalca y otros lugares encontremos sectores con tumbas correspondientes a
Mochica III, IV y V.» (Larco 1966b:94). Kroeber, a su vez, menciona en su
estudio de 1925 la existencia de 17 ceramios de estilo Mochica provenientes de
Chepén, en el American Museum of Natural History (1925:225-226). Había
evidencias de presencia Mochica al norte del área cultural Mochica, pero estas
evidencias, por su baja incidencia y esporádica aparición indicaban una
presencia de naturaleza. En los años sesenta, con el descubrimiento de cerámica
Mochica en Vicús, surge la primera posibilidad de contrastar el estilo Mochica
definido a partir de evidencias de la región sur de la costa norte, con una
muestra de origen totalmente distinto. Larco encontró en las piezas
provenientes de Vicús suficientes elementos en común con ceramios Mochicas de
fases tempranas como para calificar a este nuevo grupo de objetos como una
nueva manifestación del mismo fenómeno cultural. Larco reconoció en estas
piezas el uso de las mismas formas, especialmente el asa estribo, los mismos o
semejantes motivos decorativos, la bicromía, el tamaño y el peso, etc. La
procedencia de este nuevo conjunto de ceramios era, en síntesis, prueba
fehaciente de que, incluso desde muy temprano, la cultura Mochica, había
controlado un territorio aún más vasto del presupuesto. Las diferencias entre
estos nuevos objetos y los ya conocidos para el período Mochica I en la
secuancia cerá- mica de Rafael Larco, no eran destacables (Larco 1965, 1966a).
En síntesis, la consistencia y unidad de la cultura Mochica se definió a partir
de las semejanzas de un enorme conjunto de ceramios provenientes tanto de
colecciones y museos (Kroeber 1925, Larco 1938, 1939), como especímenes
excavados arqueológicamente (Bennet 1939, Larco 1945, Kroeber 1925, Uhle 1915).
Estas piezas demostraban una enorme consistencia estilística e iconográfica,
que reflejaba la uniformidad cultural de la sociedad que las produjo. Ahora
bien, esta consistencia estilística se debía a que los objetos estudiados, en
gran medida, provenían de un área restringida, los valles de Chicama a Nepeña.
Especímenes provenientes de los valles al norte del Chicama eran prácticamente
inexistentes en estas colecciones, por lo que mal podían proporcionar
evidencias de la diversidad del fenómeno cultural Mochica. La cultura Mochica
descrita en la literatura es la cultura que se desarrolló en la región
comprendida entre Chicama y Nepeña, es decir el Mochica-Sur. En este momento no
era posble determinar si las conclusiones planteadas podían extenderse a la
región norte, y hasta antes del descubrimiento de Vicús, esto era ser innecesario
ya que el fenómeno Mochica parecía circunscribirse a la región sur de la costa
norte. Una misma secuencia Larco no sólo tuvo acceso a la colección más grande
de cerámica Mochica, él mismo excavó un gran número piezas en tumbas, dandose
cuenta de sus asociaciones y relaciones estratigráficas (Larco 1945). Estas
excavaciones le dieron acceso a conjuntos de objetos de indudable
contemporaneidad y a superposiciones de tumbas que reflejaban secuencias
cronológicas. En base a esta información de campo y al estudio minucioso de las
características formales de la cerámica, Larco pudo establecer cinco fases
sucesivas a través de las cuales evolucionó la cerámica Mochica (Larco 1948,
Figuras 4 a 9). Esta secuencia describe en gran detalle la evolución de la
cerámica decorativa Mochica, especialmente de las botellas de asa estribo, a
través de un minucioso estudio de aspectos formales, técnicos y decorativos. La
cronología Mochica esbozada por Larco a principios de los años cuarenta y
finalmente publicada en 1948 sirvió de base para una serie de estudios de campo
que se trazaron como meta entender la prehistoria de la costa norte. El primero
de estos fue el Proyecto Virú, que a partir de 1946 realizo un estudio
sistemático y multidisciplinario del valle del mismo nombre. Los miembros del
Proyecto Virú tuvieron acceso a las ideas de Larco en la famosa Mesa Redonda de
Chiclín, el 7 y 8 de Agosto de 1946. Las ideas de Larco y Kroeber fueron de
mucha importancia para los jóvenes investigadores del proyecto Virú, especialmente
porque el reconocimiento y la caracterización de los estilos de la costa norte
planteada por estos autores se vio confirmada en sus investigaciones. La
ocupación Mochica de Virú, y la variante regional del estilo Mochica en esta
zona, fue denominada Huancaco, por el centro administrativo Mochica del mismo
nombre. Luego de un minucioso análisis y de comparaciones con fragmentería
proveniente de otros valles, James Ford arriba a la conclusión que la cerámica
Huancaco de Virú es la misma que la que Larco denominaba Mochica en los valles
de Moche y Chicama (Ford y Willey 1949). Las semejanzas eran tan grandes que
Ford llega a afirmar que «si muchas de estas piezas no fueron Castillo &
Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 9 hechas por los mismos
artistas o de los mismos moldes, fueron producidas por lo menos por artistas
entrenados en la misma escuela» (Ford y Willey 1949:66). Ford concuerda con
Larco en que la cerá- mica Mochica evoluciona en Moche y Chicama de un sustrato
Salinar, mientras que en Virú predomina cerámica «principalmente en técnicas de
decoración negativas» (Ford y Willey 1949:66). La cerámica Mochica llega a
Virú, de acuerdo a Ford, como un estilo maduro y como resultado en un proceso
abrupto que se interpreta como una conquista militar que abarca los valles de
Virú, Chao, Santa y Nepeña. El impacto de la cerámica Mochica se deja sentir
con mayor fuerza en la cerámica decorada, y en menor grado en la cerámica
simple, que permanece usando las mismas formas y técnicas que en el período
anterior. Duncan Strong y Clifford Evans (1952), a cargo de las excavaciones
arqueológicas llevadas a cabo por el proyecto, encontraron algunas diferencias
entre la cerámica Mochica excavada por Uhle (Kroeber 1925) y Larco (1945, 1948)
y la cerámica de estilo Huancaco que apareció en Huaca de la Cruz y otros
sitios Mochica de Virú. La más importante diferencia era el uso de pintura
negra orgánica, aplicada después de la cocción. Ahora bien, las semejanzas eran
suficientes como para considerarlos expresiones de la misma identidad cultural
y, más aún, corresponderían con las fases III y IV de la cronología de Larco. 1
La secuencia de Larco fue corroborada posteriormente en numerosos trabajos de
reconocimiento regional y excavación, especialmente cuando se descubrieron
tumbas Mochicas. Las asociaciones de objetos encontradas en estos trabajos
concuerdan con las características señaladas por Larco. En algunos casos es
posible encontrar piezas que reflejan el tránsito entre períodos contiguos, por
ejemplo piezas Mochica III-IV, donde encontramos características de los
períodos III y IV, o ligeras diferencias que podrían deberse a variaciones
regionales. La validez de la secuencia de Larco también fue puesta a prueba en
un minucioso estudio emprendido en las colecciones cerámicas excavadas por Uhle
(Rowe 1959, Donnan 1965). Los resultados de este estudio confirmaron la
secuencia de Larco. Christopher Donnan (1973), y posteriormente Donald Proulx
(1968, 1973), realizaron trabajos de reconocimiento en los valles de Santa y
Nepeña respectivamente. Si la cerámica Mochica en estos valles periféricos era
semejante a la planteada por Larco, entonces la secuencia debía ser correcta.
Donnan, familiarizado con las colecciones de Uhle y con los resultados del proyecto
Virú, encontró que la cerá- mica Mochica en Santa era casi idéntica a la
reportada en Chicama, Trujillo y Virú. Proulx también encontró especímenes
semejantes en Pañamarca y una serie de cementerios alrededor de este centro
ceremonial en el valle de Nepeña. Proulx confirmó la presencia Mochica en
Nepeña en mayor detalle que simplemente los magníficos murales de Pañamarca
(Bonavia 1985, Schaedel 1951). La mayor limitación de la secuencia de Larco fue
no incluir ceramios de manufactura simple y de uso doméstico. Ollas, cántaros
simples, cuencos, y otras formas domésticas, figurinas y cántaros de cuello
efigie no están reflejadas en la secuencia de Larco. Esto ha hecho difícil
utilizar esta secuencia para fechar gran cantidad de sitios Mochica que no presentan
cerámica elaborada en superficie, o en estudios de contextos que no incluyen
este tipo de cerámica.2 Una salvedad es de rigor en este punto. Por mucho
tiempo se ha criticado el hecho de que Larco no incluyera objetos de uso
cotidiano en su cronología. Se argüía que, como coleccionista, Larco no estuvo
interesado en este tipo de objetos. Pero a juzgar por la evidencia disponible
de tumbas excavadas arqueológicamente (Donnan n.d., Donnan y Mackey 1978) un
aspecto notorio de las tumbas Mochicas en las áreas estudiadas por Larco es la
baja incidencia de materiales domesticos (Donnan y Mackey 1978, Kroeber 1925).
Ollas, cuencos, cántaros simples y otros recipientes rudimentarios, si bien se
encuentran en contextos domésticos con cierta frecuencia, aparecen en
cantidades muy limitadas en las tumbas. Adicionalmente estas formas no cambian
de manera significativa a través del tiempo, lo que las hace de difícil
inclusión en secuencias cronológicas. La conclusión del trabajo de Larco, y de
las posteriores investigaciones en que éste fue comprobado y aplicado, es que
la secuencia cronológica desarrollada por él es la mejor aproximación a la
evolución del estilo Mochica con que se cuenta. Existiría, por lo tanto a
partir de estos estudios una sola secuencia cerámica aplicable al fenómeno
Mochica en las regiones estudiadas. La uniformidad en la evolución de la
cerámica, a su vez confirmaría la noción de que los Mochicas fueron una sola
entidad cultural. Lo que quedaba por definir era el ámbito geográfico al que
aplicarían estas conclusiones. Si bien gran parte de los investigadores han
encontrado la secuencia de Larco de gran utilidad, no todos están de acuerdo
con la aplicabilidad irrestricta de esta cronología. Ultimamente un número de
investigadores que trabajan en la región norte del terri-Castillo & Donnan,
Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 10 Figura 3. Secuencia cerámica
de los territorios Mochica Norte y Mochica Sur. torio Mochica han cuestionado
la validez de la secuencia descrita por Larco (Kaulicke 1992, Shimada 1994).
Peter Kaulicke, por ejemplo, afirma que «las subdivisiones de mochica (I hasta
V) no se vislumbran claramente a través de las evidencias publicadas, ni para
la zona sureña (territorio Mochica), ni para el norte. La deficiente precisión
de los datos publicados (frente a una cantidad mucho mayor de datos inéditos)
apenas permite una separación cronológica de elementos pre y post Mochica»
(Kaulicke 1992:898). Para arribar a esta conclusión Kaulicke reexamina las
evidencias funerarias disponibles, especialmente los contextos funerarios
excavados en la Huacas de Moche por Uhle (1915, Kroeber 1925) y por el proyecto
Moche-Chan Chan (Donnan y Mackey 1978). En estas evidencias Kaulicke no
encuentra sustento empírico para la cronología de Larco, sino más bien
evidencias para refutar su validez. A partir de nuestro propio análisis de los
mismos datos, incluyendo el examen de las piezas inéditas de la colección de
Uhle, no podemos estar de acuerdo con Kaulicke. Si bien es cierto que los datos
para la fase temprana de la secuencia (especialmente la fase II) son casi
inexistentes, existe suficiente información para confirmar la validez de la
primera y las últimas tres fases. La colección de Uhle corrobora la secuencia
de Larco, ya que existe una marcada consistencia entre los lotes funerarios y
las fases cerámicas. No es posible hacer una crítica cabal de la secuencia de
Larco sin contar con los materiales que este utilizó para establecer la
secuencia o de las tumbas excavadas por Uhle, estos datos lamentablemente aún
permanecen inéditos. Todo parece indicar que la secuencia de Larcodescribe
básicamente la evolución del fenómeno Mochica en las regiones comprendidas
entre Chicama y Nepeña que, como se dijo antes, son las regiones de donde
provienen los materiales en los que se basa la secuencia. Trabajos de
investigación en los valles de Virú, Santa, Nepeña y últimamente Chao (Víctor
Pimentel comunicación personal) confirman la presencia Mochica en estos valles
y validan la caracterización planteada por Larco de su estilo cerámico. Este no
es necesariamente el caso de la secuencia cerámica en los valles al norte de
esta región. Como se discutió antes, la arqueología de los valles de
Jequetepeque, Lambayeque y Piura era casi desconocida cuando Larco realizaba
sus estudios. No cuestionamos la validez de la secuencia de Larco, sino su
ámbito de aplicación. No es de extrañar que los investigadores que trabajan en
los valles de Jequetepeque, Zaña, Lambayeque y Piura consideren que la
secuencia es de difícil aplicación a sus materiales. Esto nos lleva a concluir
que es necesario construir una secuencia cerámica alternativa para estas
regiones. Esta secuencia deberá ser compatibilizada con las cinco fases de
Larco a fin de permitirnos comparar los desarrollos de las diversas regiones.
Una sola entidad política La tercera característica de la sociedad Mochica, y
por cierto la menos discutida, es la concerniente a su estructura política. Si
bien nunca se ha publicado un tratado comprensivo acerca de la organización política
de la sociedad Mochica, a través de los años se han planteado algunos
argumentos acerca de su nivel de complejidad (ver Shimada 1994). Estos
argumentos, como veremos, adolecen de los mismos defectos que discutimos en las
dos secciones anteriores. En la caracterización de las estructuras políticas se
ha proyectado lo que sabemos para la región sur a todo el ámbito Mochica,
asumiendo que todos los valles de la costa norte estuvieron en algún momento
bajo el control político de un estado centralizado con sede en Moche. El
colapso de este estado fue, por lo tanto, el fin del fenómeno Mochica en toda
la costa norte. En un estado centralizado esperamos que el desarrollo en
diversas regiones sea idéntico o por lo menos congruente, es decir que las
instituciones sociales, económicas e ideológicas debieron desarrollarse
paralelamente, sólo alcanzando mayor complejidad en el centro administrativo.
El impacto de agentes exógenos debió afectar a todas las regiones integradas
bajo el régimen centralizado por igual. Esto es aparentemente lo que sucede con
el estado que se desarrolló entre Chicama y Nepeña, pero la información
disponible en este momento contradice estos argumentos para la zona al norte de
la Pampa de Paiján. La indicación más clara de la complejidad, capacidad
administrativa y militar de la sociedad Mochica-Sur, y de la necesidad de
integrar a la esfera del estado nuevos territorios y una fuerza laboral más
extensa está dada por el proceso de expansión y conquista de los valles al sur
de Moche. Se ha argüido que esta expansión está documentada en dos fuentes: en
las escenas de guerra o combate características de la iconografía Mochica y en
la distribución de una serie de artefactos y elementos Mochicas en los valles
de Virú, Chao y Santa. Ford, por ejemplo resume este proceso diciendo que «
Chicama parece haber vencido en la carrera local por cohesión política y poder
militar. El movimiento que esparció el fenómeno ceremonial Mochica hasta Nepeña
fue casi seguramente militar en naturaleza» (Ford y Willey 1949:66). Ford veía
en este proceso no sólo un aspecto militar, sino una expresión de instituciones
que combinaban el poder físico de la guerra con el consenso generado por los
sistemas ideológicos. El impacto e influencia de la ideología Mochica esta evidenciado
en la producción y distribución de la cerá- mica ceremonial Mochica. Para Ford
la ideología Mochica tuvo un papel preponderante en el proceso de incorporación
de los territorios conquistados, cosa que se podía ver en las piezas decoradas
que debieron de haber sido hechas por sacerdotes ceramistas, ligados a las
clases gobernantes (Ford y Willey 1949:66). La sociedad Mochica ha sido
caracterizada con mucha frecuencia a partir de una serie de evidencias
indirectas como una sociedad guerrera. Entre estas evidencias destacan ajuares
funerarios de individuos adultos masculinos que incluyen parafernalia militar
como porras, hondas, lanzas y mazas de guerra, y representaciones iconográficas
donde dos grupos de guerreros combaten. Estas características han sido muchas
veces usadas como demostración de la capacidad de esta sociedad para emprender
la conquista de un amplio territorio. El uso de la iconografía Mochica como
fuente histórica, como lo señalara Strong y Evans (1952:216-226) no sólo es
peligroso sino que puede resultar francamente erróneo cuando se utiliza
descuidadamente. La famosas escenas de guerra o combate presentan una serie de
problemas si se quieren interpretar como ilustraciones de com- Castillo &
Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 12 bates reales,
especialmente si suponemos que representan los combates que se realizaron para
expandir el territorio Mochica hacia el sur. En las escenas de combate ambos
bandos en conflicto son, en la mayoría de los casos, Mochicas, en base a sus
tocados, ornamentos y ropajes. En estas escenas rara vez se produce la muerte
de un enemigo, sino que el derrotado es despojado de su tocado y sus ropajes,
se le ata una cuerda al cuello y se le transporta a un recinto ceremonial, o en
balsas. El destino final de los guerreros vencidos será la muerte por
desangramiento, y la sangre será a su vez consumida «ritualmente» por una serie
de divinidades (Alva y Donnan 1993, Donnan y Castillo 1992, 1994). Si éstas son
realmente representaciones de guerra resulta sospechoso que no se produzcan
muertes, que luchen Mochicas contra Mochicas y que no hayan escenas de
conquista o saqueo. Donnan y Hocquenghem han planteado convincente e
independientemente que lo que se representa son combates ceremoniales donde
grupos de guerreros Mochicas se enfrentan, uno a uno y cuerpo a cuerpo, en pos
de prisioneros para los rituales de la ceremonia del sacrificio (Alva y Donnan
1993, Donnan 1988, Hocquenghem 1987). El acentuado militarismo Mochica, sobre
todo la guerra expansiva (Wilson 1988), no está necesariamente representado en
el arte, como tampoco está su maestría en tecnología hidráulica, su capacidad
para organizar grandes fuerzas laborales, su complejo sistema de
comunicaciones, ni siquiera la producción especializada de cerámica, pinturas
murales y otras actividades de la vida cotidiana. La segunda fuente de
información, la presencia de elementos Mochicas en los valles de Virú a Nepeña,
es claramente indicativa de la naturaleza expansiva del estado Mochica-Sur. La
difusión de la cerámica y otros elementos Mochicas en los valles de Virú, Chao
y Santa no obedece a un patrón de intercambio restringido o de una colonia,
sino a la estrategia geopolítica de un estado expansivo y unificado. La
cerámica de estilo Mochica comienza a aparecer en estos valles en la fase III
(Donnan 1973, Proulx 1973, Strong y Evans 1952, Wilson 1988). A partir de este
período estos valles son inundados con sitios de clara filiación Mochica, y
muchos sitios asociados con la precedente ocupación Gallinazo son abandonados.
La edificación de nuevos centros de acuerdo al plan Mochica implica cambios en
las técnicas constructivas, en la producción de adobes, en la planificación y
localización de los sitios, es decir, en todos los patrones de asentamiento. Toda
la distribución de los sitios y su jerarquía relativa es alterada. Estos
cambios son obviamente el resultado de un cambio de mandos, y políticas. Ya que
es lógico asumir que la expansión Mochica no contó con el entusiasta apoyo de
las élites locales, podemos deducir por la intensidad y el efecto que tuvo
sobre la población local que ésta se realizó a través de un proceso de
conquista militar, o que el proceso tuvo un fuerte componente de este tipo. Hay
que reconocer en este punto que carecemos de evidencias arqueológicas directas
que nos indiquen cuál fue la mecánica de la expansión. A raíz de esta conquista
grandes centros Mochicas aparecen en las partes bajas de los valles (Huancaco,
Pampa de los Incas). La cerámica asociada con estos centros es a partir de este
momento el ubicuo estilo Mochica IV, caracterizada por Moseley como el estilo
corporativo de esta sociedad (1992). A partir de estas evidencias se concluye,
por lo tanto, que durante la fase Mochica IV todas las áreas de la costa entre
Chicama y Nepeña estuvieron bajo el control de un único y unificado estado
Mochica. El fenómeno expansivo evidenciado en los valles del área Mochica-Sur
es el resultado del crecimiento de un sistema estatal centralizado. La
naturaleza estatal de la sociedad Mochica-Sur resulta una interpretación obvia
de una abrumadora cantidad de evidencias. Entre estas destacan evidencias
funerarias (Donnan n.d., Donnan y Mackey 1978) y de organización interna de los
sitios (Bawden 1977, Topic 1977) que indican que la sociedad Mochica estuvo
complejamente jerarquizada, con posiciones sociales definidas desde el
nacimiento y con una élite gobernante que basaba su poder en una combinación de
coerción y consenso a través de la manipulación de violencia institucionalizada
y de rituales así como otros mecanismos ideológicos. Los Mochicas tuvieron una
economía planificada, centralizada y al servicio preferente de las élites
gobernantes, con un vasto número de especialistas controlados por el estado, y
un uso casi ilimitado de la mano de obra de los segmentos sociales
dependientes. La magnitud de las obras públicas emprendidas por los Mochicas,
tanto de infraestructura productiva como ideológica, implican niveles de
trabajo y de planificación sorprendentes. La elaboración en las ceremonias religiosas,
especialmente las relacionadas con el sacrificio de prisioneros y con rituales
funerarios, y la participación diferenciada en ellos de diversos segmentos de
la población (Castillo y Donnan 1994, Donnan y Castillo 1992, 1994) demuestran
la importancia de este ámbito en la sociedad Mochica. Evidencias de Castillo
& Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 13 todos estos
aspectos, y no sólo unas cuantas piezas cerámicas, aparecen implantadas en los
valles de Virú, Chao, Santa y Nepeña a partir de la fase Mochica IV. Al sur del
valle de Nepeña encontramos algunas evidencias de presencia Mochica, pero
ninguna que implique ocupación permanente o control geopolítico. En el valle de
Nepeña, que correspondería a la frontera sur del estado Mochica-Sur,
encontramos una distribución de sitios Mochicas muy peculiar y que permitirían
entender algunas características del proceso expansivo. En el valle de Nepeña,
a diferencia de Virú y Santa, no encontramos un conjunto de sitios de diverso
tamaño y función distribuidos homogéneamente a lo largo del territorio, sino un
único gran centro ceremonial, Pañamarca, rodeado de pequeños cementerios
(Proulx 1968, 1973). Este gran centro ceremonial vendría a ser un puesto de
avanzada, con el que los Mochicas habrían iniciado la penetración en el valle
de Nepeña. Este puesto está constituido, contrariamente a lo que podríamos
imaginarnos, no por un edificio militar o defensivo, o por una sede
administrativa, sino por un centro ceremonial. Encontrar templos donde esperábamos
fortalezas nos permite entender que la ideología tuvo un importante papel en la
penetración y expansión del estado Mochica. Como se discutió en las secciones
anteriores, debemos de preguntarnos cuál es el ámbito geográfico al que se
aplicaría esta reconstrucción de la naturaleza política del estado Mochica.
Larco y otros investigadores pioneros formularon sus interpretaciones pensando,
nuevamente, en el área nuclear, y no en los valles de la periferia. Sus datos
provenían de esta región, por lo tanto sus interpretaciones serían válidas sólo
a ella. Larco estuvo en lo cierto al pensar que toda esta región estuvo en
algún momento bajo la autoridad de una sola entidad política segmentada en
diversos niveles de administración regional y local. De cuánta autonomía
gozaron las diversas regiones comprendidas dentro del estado Mochica, no lo
podremos saber hasta que no se realicen más excavaciones en sitios domésticos y
centros administrativos Mochicas. En cualquier caso, Larco ya afirmaba que
existía, bajo la autoridad centralizada de un Cie quich, un conjunto de
gobernantes regionales, los Alaec (Larco 1945:22-23). Larco dedujo esta
organización sólo de la distribución de vasos retratos; posteriormente sus
ideas han sido corroboradas en base al estudio del patrón de asentamiento en
los territorios conquistados. Las numerosas investigaciones en la región
comprendida entre Chicama y Nepeña han producido resultados que contrastan
dramáticamente con los resultados de proyectos realizados al norte de esta
región. Una de las diferencias más significativas es que la cerámica de los
periodos Mochica III y IV, el estilo corporativo directamente asociado con la
expansión y consolidacion del estado Mochica-Sur respectivamente, y encontrado
en enormes cantidades en los valles entre Chicama y Nepeña, sea casi
inexistente en los valles entre Piura y Jequetepeque. Cómo explicar que el
patrón de asentamiento de este estado expansivo, caracterizado por un gran
centro ceremonial/administrativo entre los valles medio y bajo, no se vea
reflejado en ninguno de estos valles. Se trata acaso de un problema en la
muestra, o estas diferencias obedecen a diferencias estructurales, es decir son
el resultado de la acción de estados o entidades políticas distintas. La
circunscrita aplicabilidad de las interpretaciones antes señaladas comienza a
ser evidente cuando se trata de aplicarlas a los valles de Jequetepeque, Zaña,
Lambayeque y Piura. En esta región desde los años 60' comenzaron a aparecer
importantes evidencias de la ocupación Mochica. En estos valles aparecen
evidencias que permiten definir grupos semejantes en muchos aspectos al
Mochica-Sur, pero aparentemente con un desarrollo independiente y con
características peculiares en su cultura material que serán discutidas en la
siguiente sección. Los Mochica del Norte y los Mochica del Sur Hasta este
momento nos hemos limitado a cuestionar la idea que sostenía que la cultura
Mochica, en todas las regiones donde ocurrió, fue el resultado del mismo
fenómeno político y social. Si esta noción no es válida, y lo que entendíamos
como Mochica sólo es aplicable a la esfera sur de este fenómeno, entonces cómo
debemos caracterizar a la sociedad Mochica-Norte. La intención de esta sección
no es dar cuenta definitivamente de todas las características del fenó- meno
Mochica-Norte. Esta tarea es teórica y prácticamente imposible a estas alturas
por cuanto la mayor parte de la información arqueológica que se tenía antes de
1985 tiene que ser analizada e interpretada nuevamente, y la información que se
ha recogido después de esta fecha en su mayoría aun no ha sido publicada. Lo
que podemos hacer con los datos con que contamos es ofrecer una perspectiva
regional, la del valle del Jequetepeque, donde se han concentrado nuestras
investigaciones hasta la fecha. Una salvedad es de rigor en este punto para
evitar caer en el mismo tipo de error que se critica aquí. El valle del
Jequetepeque, y la historia cultural que allí estamos reconstruyendo con un
programa sistemático de investigaciones, no necesariamente deberá ser entendido
como un microcosmos de la historia cultural de toda la región Mochica-Norte. Es
muy posible que los resultados con que contamos para esta región nos presenten
un desarrollo que, si bien más cercano a lo que aconteció en Lambayeque y Piura
que lo que pasaba en la región sur, es sin embargo sólo una expresión regional.
No podemos asegurar, en resumidas cuentas, si los diferentes valles de la
región Mochica-Norte no tuvieron desarrollos independientes. Todo parece
indicar, por ejemplo, que la secuencia de Piura sería distinta, y posiblemente
más corta que la secuencia de los otros valles; Lambayeque, por otro lado
experimentó un florecimiento durante el período Mochica Tardío que no es
comparable con el de los otros valles. Dicho esto podemos regresar a las
diferencias entre el MochicaNorte y el Mochica-Sur, y la secuencia planteada
aquí para caracterizar el desarrollo del fenómeno MochicaNorte en el valle del
Jequetepeque. Aparentemente los valles de Jequetepeque, Zaña, Lambayeque y
Piura estuvieron física y culturalmente separados de los valles del territorio
Mochica-Sur. Entre las dos regiones se encuentra la Pampa de Paiján, una
llanura desértica de más de 50 kilómetros de extensión que sirvió como barrera
natural y cultural para sociedades prehispánica antes y después de los Mochicas
(Donnan y Cock 1986b). Esta barrera no sólo fue cosa del pasado; Trujillo y
Chiclayo, cada una con sus respectivas órbitas de influencia, marcan todavía la
separación de las dos grandes regiones de la costa norte. La gran cantidad de
cerámica de estilo Cajamarca hacia fines del desarrollo Mochica en Jequetepeque
indica, más bien, que los Mochicas de Jequetepeque mantuvieron un fuerte
contacto con las sociedades que se desarrollaban en la sierra norte aledaña. El
valle del Jequetepeque parece haber servido de eje de transición para una serie
de movimientos y rutas comerciales que unían la costa norte con la zona andina
central. Estos intercambios experimentaron un inusitado desarrollo durante las
primeras fases del horizonte medio, coincidiendo con el final de la cultura
Mochica y su evolución hacia otras tradiciones, entre ellas el conspicuo estilo
Lambayeque. Cuando juzgamos la relación entre las sociedades Mochica-Norte y
Mochica-Sur nuestra fuente de información más importante es la cerámica,
especialmente la compleja cerámica ceremonial. En ésta se reflejan vívidamente
los cambios y las interacciones entre diversas sociedades, las tendencias
estilísticas, los prestamos y las idiosincrasias locales. Cuatro grandes
características distinguen los desarrollos de las tradiciones cerámicas sureña
y norteña: a) la escasez pronunciada de cerámica MochicaSur de la fase IV y de
una serie de formas como huacos retratos, cancheros y floreros en los valles al
norte de la Pampa de Paiján, así como de decoración pictórica de línea fina del
tipo Mochica IV (Castillo y Donnan 1994); b) la excepcional calidad y belleza
de la cerámica Mochica-Norte Temprana, especialmente en piezas escultóricas
donde se representan seres humanos o animales (Donnan 1990, Narváez 1994); c)
la predominancia de jarras y cántaros de caragollete en las fases Media y
Tardía del MochicaNorte (Ubbelohde-Doering 1983); y d) el extraordinario
desarrollo de la pintura de lí- nea fina durante el período Mochica-Norte
Tardío (McClelland 1990, Donnan y McClelland 1979). El fenómeno Mochica Norte
El primer indicio que nos reveló que la secuencia cerámica, y por lo tanto la
historia ocupacional de las dos regiones de la costa norte habían seguido
diferentes derroteros fue la carencia de una serie de formas y estilos
comúnmente asociados con el fenó- meno Mochica-Sur. Dos formas son
peculiarmente escasas: los floreros, y los cancheros. Algunos floreros de
estilo Mochica V han sido excavados en Pampa Grande (Shimada 1976:194) pero
podrían haber sido importados desde el sur. Igualmente cancheros han sido
reportados muy pocas veces en la región norte, en Sipán (Alva, comunicación
personal 1994) y en la región de Vicús (Makowski, comunicación personal 1994).
Tampoco aparecen en esta región los llamados huaco retratos. La carencia de
estas formas, de acuerdo a lo planteado por Larco, significaría que esta región
no estuvo dentro del ámbito de control de los Cie quich con sede en Moche y
Chicama. La escasa presencia de cerámica de estilo Mochica IV en los valles al
norte de la Pampa de Paiján es aun más significativa. Es importante recalcar
que no se trata de una absoluta carencia ya que existen algunos reportes de
cerámica Mochica IV en Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los
Mochicas del Sur 16 la región, sino de una escasez pronunciada, especialmente
en relación a las cantidades que encontramos en los valles de la región sureña.
Carlos Elera (comunicación personal, 1994) excavó un conjunto de ceramios de
este estilo en Puerto de Eten (ver Shimada 1994:55). Carlos Deza (comunicación
personal, 1993) afirma haber visto a huaqueros ofreciendo piezas Mochica IV en
el valle de Zaña. Izumi Shimada también ha reportado este tipo de cerámica para
una serie de sitios en Batán Grande pero sin documentar sus aseveraciones
(1994). En colecciones del valle del Jequetepeque existen algunas pocas piezas
en este estilo, pero parecen haber sido traídas desde el sur. Shimada (1994:39)
publicó un mapa de «las ocupaciones Moche documentadas» en los valles de
Reque-Chancay y Zaña con indicaciones de las fases Mochicas en que estos sitios
fueron ocupados. Una inspección directa de una serie de los sitios presentados
en dicho mapa (Santa Rosa, Sipán, Saltur, Collique y Cerro Corbacho) arrojó resultados
negativos en cuanto a la presencia Mochica IV. Tampoco encontraron este estilo
de cerámica investigadores que han trabajado en esta región por varios años
(Walter Alva, Jorge Centurión, y Carlos Wester; comunicación personal, 1993).
Con relación a Pampa Grande, también mencionada en dicho mapa, si bien en un
reconocimiento parcial del sitio no pudimos encontrar materiales Mochica IV es
posible que excavaciones estratigráficas pudieran haber producido este tipo de
materiales. Esperamos la publicación de los resultados de la investigación de
Kent Day y Izumi Shimada donde estas incógnitas deberán ser resueltas y
documentadas. En conclusión, existen evidencias de la presencia de cerámica de
estilo Mochica IV en la región norte, pero en cantidades muy limitadas y en
contextos muy mal documentados. Por falta de información contextual no se puede
determinar aún si se trata de piezas intercambiadas, o de evidencias de
pequeños asentamientos controlados por los MochicaSur. Aparentemente un cierto
intercambio de cerá- mica existió entre las dos regiones (Larco 1966b. También
se intercambiaban piezas de cerámica con la sierra norte aledaña, conchas de
spondylus con el Ecuador y plumas con la región amazónica. Por cierto, ninguno
de estos intercambios tuvo consecuencias de largo plazo en términos de la
identidad o independencia política del estado Mochica-Norte. El conjunto de
piezas encontrado por Elera en un pozo de prueba en el Puerto de Eten, y los
materiales encontrados por Shimada en Batán Grande podría corresponder a la
segunda posibilidad, un pequeño asentamiento. Lo que resulta sospechoso es que,
hasta la fecha, sitios arqueológicos Mochica IV, especialmente sitios de la
magnitud de los asentamientos encontrados en los valles de Chicama a Nepeña, no
han sido reportados. Si los Mochica-Sur de la fase IV controlaron los valles de
Piura a Jequetepeque lo hicieron a través de un sistema de asentamientos insó-
lito y que además ha burlado a cinco generaciones de arqueólogos. Lo que esta
carencia implica en términos de la estructura política de los estados Mochicas
es muy importante. Moseley definió acertadamente al estilo Mochica IV como el
estilo corporativo del estado Mochica expansivo. Su presencia en un sitio
arqueológico delata la presencia, y en algunos casos permite documentar la
expansión del estado Mochica. Si bien algunos ejemplares de este estilo
confirman que hayan habido contactos entre estas entidades políticas,
cantidades limitadas de este estilo cerámico no pueden ser interpretadas como
evidencias de la conquista y control geopolítico de la región. Los Mochica-Sur
durante la fase IV no estaban dedicados a la exportación de cerámica, sino a la
conquista de grandes territorios, que inmediatamente eran reorganizados de
acuerdo a un patrón de asentamientos que maximizaba los intereses del
conquistador. Ninguno de estos fenómenos, conquista o reorganización, se
reflejan en los datos recogidos al norte de la Pampa de Paiján. Debemos
concluir entonces que el estado Mochica-Sur no cruzó esta barrera. En la región
norte se desarrollaron independientemente otros estilos, que también pueden ser
considerados corporativos, con características propias que reflejan entidades
políticas y sociales independientes. Estos estilos, por la cercanía cultural de
las dos regiones Mochicas, presentan muchos rasgos en común con su contraparte
sureña, sin embargo su desarrollo, es decir su secuencia, es diferente y sus
características son peculiares. Esto nos lleva a enfatizar que diferencias en
las estructuras políticas no necesariamente indican diferencias culturales, es
decir que los Mochicas constituyeron diferentes estados pero no diferentes
culturas. Es claro que los estados MochicaNorte y Mochica-Sur compartieron
suficientes elementos en común, como la religión y las costumbres, que
impidieron una deriva cultural, es decir que al estar aislados uno del otro con
el tiempo se convirtieran en dos culturas diferentes. La religión y el sistema
ceremonial, uno de los mecanismos de poder político de las élites aparece como
uno de los más importantes elementos de intercomunicación entre estos estados.
Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 17 La
secuencia cerámica del Mochica Norte Las diferencias entre las tradiciones
cerámicas Mochica-Norte y Mochica-Sur permiten aislar estos dos estilos y
seguir independientemente su desarrollo. En el caso de la cerámica
Mochica-Norte este desarrollo puede ser dividido, en este momento, en sólo tres
fases: Mochica Temprano, Medio y Tardío (Castillo y Donnan 1994). Las tres fases
del MochicaNorte en Jequetepeque (Figura 10) han sido reconstruidas a partir de
un cuidadoso análisis de datos estratigráficos provenientes de las excavaciones
en San José de Moro (Castillo y Donnan 1994, Donnan y Castillo ms., Castillo y
Rosas ms.) y Pacatnamú (Donnan y Cock 1986b, Ubbelohde-Doering 1983), del
examen de contextos funerarios excavados en La Mina, Pacatnamú y San José de
Moro (Castillo ms., Castillo y Donnan 1994, Donnan y Castillo ms., Donnan y
Cock 1986b, Donnan y McClelland ms., Narváez 1994, Ubbelohde-Doering 1967,
1983) y de información derivada de un análisis cuidadoso de colecciones
locales. La información estratigráfica encontrada hasta la fecha sugiere dos
períodos ocupacionales, que incluyen la construcción de tumbas, que estarían
asociados con especímenes cerámicos de lo que más adelante se caracteriza como
Mochica Medio y Tardío. No se ha podido ubicar aún evidencia estratigráfica
para la fase temprana de la secuencia, sin embargo, es posible encontrar
conjuntos de ceramios que corresponderían con este período. En base a estos
datos se han podido organizar más de ciento treinta entierros Mochicas
excavados arqueológicamente en Jequetepeque en estos tres períodos. Los
materiales asociados con estos entierros, y su ocurrencia en los perfiles
estratigráficos han permitido reconstruir las tres fases estilísticas de la
cerámica Mochica en el valle del Jequetepeque. El período Mochica Temprano De
los tres períodos que conforman la secuencia ocupacional Mochica del valle del
Jequetepeque, el período Mochica Temprano es el menos documentado. Evidencias
de este período han sido encontradas en sólo cuatro sitios del valle:
Pacatnamú, La Mina, Tolón y Dos Cabezas (Figura 10). Lamentablemente, con
contadas excepciones, la mayor parte de la información que poseemos de la
ocupación Mochica Temprano de estos sitios no ha sido documentada
arqueológicamente. Por esta razón casi toda la cerámica que podemos reconocer
para este período es de alta calidad; ceramios de calidad media, como jarras y figurinas,
o ceramios simples de uso doméstico, como ollas y cuencos, son casi
desconocidos. En Pacatnamú, ubicado al norte de la desembocadura del río
Jequetepeque, el período Mochica Temprano está representado únicamente por una
botella con asa estribo modelada en forma de búho (Figura E1). Este ceramio fue
excavado por Heinrich Ubbelohde-Doering en una simple tumba de pozo junto con
una olla con cuello que posiblemente pertenece al período Mochica Medio
(UbbelohdeDoering 1967:26, 67; 1983: 128-129). Cabe la posibilidad que la
tumba, y no sólo la olla, pertenezca al período Mochica Medio, en cuyo caso la
botella con asa de estribo habría sido considerablemente antigua cuando fue
puesta en la tumba. Ninguna de las otras 126 tumbas Mochicas excavadas en Pacatnamú
contenían cerámica diagnóstica para el período Mochica Temprano, así como
tampoco se reportaron fragmentos de cerámica de este período de las extensas
excavaciones conducidas en el sitio por UbbelohdeDoering en 1937-39, 1953-54 y
1962-63, y por Donnan y Cock entre 1983 y 1987. Esto implica que si bien
Pacatnamú tuvo una ocupación Mochica significativa durante los períodos Medio y
Tardío, el sitio no fue ocupado durante el período Temprano. El sitio de La
Mina es posiblemente el lugar más importante donde cerámica del período Mochica
Temprano ha sido encontrada (Donnan 1990, Narváez 1994). La Mina se encuentra
en la margen sur del valle del Jequetepeque, aproximadamente a 5 kiló- metros
del mar (Figura 10). La historia de la excavación de la Mina es un tanto
penosa, ya que si bien es el único sitio Mochica Temprano que se ha podido
excavar arqueológicamente, esto fue posible únicamente después de que los
huaqueros habían dado cuanta de casi todo el contenido de la tumba.
Aproximadamente a mediados de 1988, un grupo de huaqueros comenzó a extraer una
gran cantidad de objetos de oro, plata y cobre aparentemente de una rica tumba
Mochica en el valle del Jequetepeque. La tecnología, forma y extraordinaria
calidad artística de estos objetos (Lavalle 1992) era similar a la de objetos
encontrados en las tumbas reales excavadas por Walter Alva en Sipán, en el
valle de Reque (Alva 1988, 1990; Alva y Donnan 1993; Figuras 1 y 2). Sin
embargo, el estilo de estas piezas era suficientemente diferente del estilo de
los objetos encontrados en Sipán como para distinguir fácilmente ambos
conjuntos (Donnan 1990). Junto con los objetos metáli- Castillo & Donnan,
Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 18 cos los huaqueros
aparentemente encontraron un gran número de botellas de cerámica modeladas en
forma de seres humanos, animales y aves, incluyendo bú- hos casi idénticos a la
botella encontrada por Ubbelohde-Doering en Pacatnamú. En Mayo de 1989 la tumba
de La Mina fue finalmente localizada por personal del Instituto Nacional de
Cultura, iniciándose inmediatamente una excavación de salvataje a cargo de
Alfredo Narváez, y con la colaboración de Christopher Donnan y Alana
Cordy-Collins (Narváez 1994, Donnan 1990). Excavando cuidadosamente un área de
la tumba que no había sido disturbada, los arqueólogos encontraron siete
botellas de cerámica que habían escapado a la atención de los huaqueros (Figura
E2). Estas incluían un guerrero arrodillado, una persona llevando una jarra en
su hombro izquierdo, un felino cuyos ojos estaban adornados con incrustaciones,
un individuo sentado con la cara decorada con un diseño de ola (Figura E3), un
búho (Figura E4), y un individuo sentado con un tocado circular (Figura E5).
También se encontró una pieza en cerámica negra modelada en forma de un cóndor
(Figura E6) y una jarra con abultamientos en la cámara (Figura E7). Los
ceramios recuperados arqueológicamente de La Mina estaban todos rotos por
compresión debido al peso del relleno. Más aún, durante la excavación de
salvataje se recuperaron numerosas piezas de concha cortada que originalmente
fueron incrustaciones usadas para adornar los ojos y otros accesorios de las
piezas cerámicas que fueron extraídas de la tumba por los huaqueros. Tolón, un
tercer lugar en donde se encontraron especímenes cerámicos del período Mochica
Temprano, a diferencia de los otros tres sitios está localizado en la margen
sur del valle medio del Jequetepeque, aproximadamente a 33 kilómetros del mar
(Figura 10). A mediados de los años setenta un numero de tumbas simples de pozo
conteniendo ceramios de estilo Mochica Temprano fueron huaqueadas del sitio
(Figuras E8 a E16). Estas piezas están modeladas en forma de individuos
sentados o arrodillados (Figuras E8 a E11), felinos (Figuras E12 a E14) y aves,
incluyendo búhos (Figuras E15 y E16). Muchas de estas piezas son casi idénticas
a las encontradas en La Mina (por ejemplo, comparar las figuras E5 y E9), y por
lo tanto su contemporaneidad y afiliación estilística parece segura. El cuarto
sitio donde cerámica del período Mochica Temprano ha sido encontrada es Dos
Cabezas (Figura 10), ubicado al sur de la desembocadura del río Jequetepeque.
El sitio está constituido por varias pirámides de regular tamaño, áreas de
aparente carácter doméstico adyacentes a las grandes esFigura 5. Conjunto de
botellas Mochica Temprano recuperada de una tumba saqueada en el sitio La Mina.
Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 19
tructuras y lo que parecen ser basurales, que además contienen evidencias de
pequeñas habitaciones y numerosos fogones. Si bien Dos Cabezas no ha sido aún
excavado arqueológicamente, un examen cuidadoso de los fragmentos de cerámica
que se encuentran en el sitio sugiere que su ocupación incluye tanto el estilo
Virú, que normalmente precede al estilo Mochica, así como el período Mochica
Temprano. Hasta que no se realicen excavaciones en el sitio no se podrá
determinar cual es la relación exacta entre estos dos estilos, es decir si uno
precede al otro o si ambos son contemporáneos. Además de estas evidencias, se
sabe que un número de tumbas que contenían ceramios de estilo Mochica Temprano
fueron huaqueadas de Dos Cabezas a principios de los años ochenta. Estas piezas
incluirían los característicos felinos, guerreros arrodillados y aves,
incluyendo halcones, cóndores y búhos. Una pieza de la que se presume procede
de estos entierros esta modelada en forma de un decapitador llevando en una
mano un tumi (cuchillo ceremonial) y en la otra la cabeza decapitada de un ser
humano (Figura E17, comparar esta figura con la figura E10). La cerámica del
período Mochica Temprano del valle del Jequetepeque, en términos generales,
constituye un conjunto bastante diagnóstico y homogé- neo, con formas y
elementos decorativos frecuentemente repetidos. El aspecto más característico
de la cerámica Mochica Temprano es la extraordinaria calidad de sus esculturas
tridimensionales. Estas muchas veces incluyen una sorprendente abstracción de
diseños (por ejemplo ver la Figura E16) o, por el contrario, un marcado énfasis
en detalles difícilmente visibles (por ejemplo ver los detalles incisos en la
cara y las manos de las Figuras E3 y E11). Aunque algunas piezas del período
Mochica Temprano fueron hechas con arcilla blanca (Figura E3), la mayoría
fueron hechas con arcilla roja (terracota) que fue cocida tanto en hornos
oxidantes, para convertirse en cerámica de color rojo, o en hornos de atmósfera
reducida (Figura E10), para convertirse en cerámica negra (Figura E8). La
cerámica roja fue casi invariablemente decorada con diseños en blanco y roja
para resaltar detalles y crear diseños no incluidos en la escultura. En muchos
casos la cerámica de este período fue decorada con incrustaciones de conchas y
piedras. Estas incrustaciones se utilizaron para crear o subrayar detalles
tales como los ojos de felinos (Figura E14), búhos o seres humanos (Figura E3);
los dientes de felinos y seres humanos; y los brazalete y escudos en
representaciones de seres humanos. Ocasionalmente encontramos ceramios
modelados como felinos en los que incrustaciones de piedras negras forman la
nariz (Figura E14). También estas piezas originalmente incluyeron detalles como
aretes o narigueras hechos en hueso (Figura E3) y probablemente también en
concha y metales preciosos. Evidencias de este tipo de decoración son pequeñas
perforaciones en las orejas de los individuos representados en las figuras E9 y
E11. Si bien en algunos casos encontramos que las botellas tienen picos cónicos
altos y asas sólidas de sección circular (Figura E15), la gran mayoría presenta
asas en forma de estribo, extremadamente consistentes tanto en forma como en
tamaño. Estas tienen arcos pequeños y redondeados, y picos cortos cuya
terminación tiene consistentemente un pronunciado reborde en el labio (ver, por
ejemplo la Figura E8). Si bien las características formales de las asas de
estribo correspondientes al período Temprano del Mochica-Norte son semejantes a
las piezas definidas por Larco como Mochica I, las cámaras de las mismas piezas
son completamente diferentes. Ninguna de las seis botellas que Larco utilizó
para ilustrar su Mochica I (Larco 1948:28) es semejante a botellas Mochica
Temprano del valle de Jequetepeque. Por lo tanto la diferencia entre
Mochica-Norte y Mochica-Sur durante la parte temprana de la secuencia en
innegable. Es interesante señalar, sin embargo, que existe una sorprendente
semejanza entre las botellas del período Mochica Temprano de Jequetepeque y
muchas de las botellas Mochica huaqueadas durante los años sesenta de sitios
alrededor de Cerro Vicús, en el valle de Piura, incluyendo aparentemente Loma
Negra (Figuras 1 y 2, ver otros artículos en este volumen). Estas últimas
incluyen felinos, generalmente sentados o echados en las mismas posiciones que
en piezas del Jequetepeque; búhos, halcones y cóndores; y seres humanos
vestidos como guerreros, ataviados con tocados circulares, o llevando cántaros
en los hombros (estas tres formas discutidas anteriormente). También
encontramos botellas modeladas como loros, sapos, monos, focas, y seres míticos
llamados Figura 8. Botella asa puenta Mochica Temprano. Búho. Colección Oscar
Rodríguez Razetto. Figura 9. Botella asa estribo Mochica Temprano. búho.
Colección Oscar Rodríguez Razetto. Castillo & Donnan, Los Mochicas del
Norte y los Mochicas del Sur 22 «Decapitadores», esencialmente todas y cada una
de las formas que hoy sabemos fueron producidas repetidamente por artesanos
Mochica Temprano en el valle del Jequetepeque.3 Más aún, en muchos casos las
formas, tamaños, tratamientos de superficie, e incluso los colores de ceramios
de estas dos áreas son tan semejantes que parecerían haber sido hechos por los
mismos artesanos. La explicación de estas semejanzas deberá ser despejada en
futuras investigaciones, pero resulta evidente que ambas áreas se encuentran en
lo que hemos definido como la esfera Mochica-Norte. El período Mochica Medio
Durante el período Mochica Medio, el sitio de Pacatnamú experimentó una intensa
ocupación evidenciada en la construcción de montículos de aparente carácter
ceremonial (Huaca 31), y de cementerios conteniendo numerosos entierros. Un
total de ochenta entierros correspondientes a este período han sido excavados
en este sitio (Donnan y Cock 1986b, Donnan y McClelland ms., Hecker y Hecker
1984, Ubbelohde-Doering 1983). Una indicación importante del rango de Pacatnamú
durante esta fase es el número y complejidad de los entierros excavados allí.
En primer lugar, la cantidad de entierros nos informa de una población bastante
grande. Aún cuando no necesariamente todos estos individuos vivieron
directamente en el sitio, es muy posible que la gran mayoría de ellos residiera
en el valle aledaño y que, por la importancia religiosa del sitio, fuera
enterrado en Pacatnamú. La segunda indicación de la importancia de Pacatnamú
durante esta fase esta dada por un número de entierros de élite excavados en la
dé- cada de los treinta por Heinrich Ubbelohde-Doering (1967, 1983). 4 En San
José de Moro (Figura 10), en la parte norte del valle, la ocupación durante el
período Mochica Medio parece haber sido de menor intensidad que durante la fase
tardía en base a la información con la que contamos a la fecha. Ninguna
estructura en el sitio puede ser fechada como Mochica Medio, y sólo dos
entierros correspondientes a esta Figura 10. Botella asa estribo Mochica
Temprano. Individuo sentado. Colección Oscar Rodríguez Razetto. Figura 11.
Botella asa estribo Mochica Temprano. Individuo sentado. Colección Oscar
Rodríguez Razetto. Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas
del Sur 23 Figura 12. Tumba Mochcia Medio M-U735 excavada en San José de Moro.
Figura 13. Tumba Mochcia Medio M-U735 excavada en San José de Moro. Dibujo de
planta. Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 24
Figura 14. Botella de cuello recto Mochica Medio. Felino. Colección Oscar Rodríguez
Razetto. Figura 15. Cántaro cara gollete Mochica Medio. Búho. Pacatnamú.
H45CM1. Tumba 24. Figura 16. Cántaro cara gollete Mochica Medio. Individuo con
orejeras y pectoral. Pacatnamú. H45CM1. Tumba 52. Figura 17. Figurina Mochica
Medio. Personaje ricamente ataviado. Pacatnamú. H45CM1. Tumba 28. Castillo
& Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 25 fase han sido
documentados (Castillo y Donnan 1994). Sin embargo, cerámica Mochica Medio ha
sido encontrada en las excavaciones de cortes estratigráficos y áreas
funerarias en San José de Moro, aún cuando en cantidades muy limitadas.
Considerando la calidad, materiales, tratamiento de superficie, y contenido
iconográfico, la cerá- mica Mochica Medio puede ser dividida en tres
categorías: cerámica fina, cerámica de calidad media y cerámica simple o
doméstica. Los ejemplos más finos de cerámica Mochica Medio son botellas de asa
estribo con un característico pico evertido en el labio, cuerpos generalmente
achatados y lenticulares, bases anulares, y decoración en relieve o pintada en
ocre, crema y un distintivo color morado o púrpura (Figura M1). Diseños típicos
en estos especímenes incluyen seres sobrenaturales, como Decapitadores (Figura
M2), y animales, como por ejemplo aves marinas de largos cuellos engullendo
ranas o peces de cabezas triangulares (Figuras M3 y M4); o piezas con diseños
geométricos incisos o en relieve (Figura M5). Estas botellas de asa estribo son
diferentes a piezas de semejante forma de estilo Mochica III del Mochica-Sur, y
más claramente se asemejan a piezas encontradas en los valles de Lambayeque
(Alva y Donnan 1993) y Piura (Kaulicke 1994, Lumbreras 1987). También entre las
piezas Mochica Medio de alta calidad encontramos algunas botellas de cuerpos
modelados (Figura M6) y lenticulares en cerá- mica negra, con cuellos rectos o
ligeramente evertidos, y a veces dos pequeñas asas en la base del cuello
(Ubbelohde-Doering 1983: Abb. 7-5). Las piezas de calidad media durante este
período son jarras simples, jarras de cuello efigie, y figurinas. Las jarras
simples usualmente están compuestas por cuerpos globulares u ovales, y cuellos
rectos (Figura M7) o ligeramente evertidos (Figura M8). El diámetro del cuello
es por lo general entre dos tercios y un medio del diámetro del cuerpo y su altura
está entre un tercio y un medio de la altura del cuerpo. En algunos casos las
jarras están decoradas con motivos en relieve en forma de pequeñas ranas
(Ubbelohde-Doering 1983: Abb. 23-1). Las jarras de cuello efigie tienen las
mismas proporciones que las jarras simples pero sus cuellos están decorados en
relieve con caras de seres humanos (Figura M9) o sobrenaturales (Figura M10) y
animales mirando hacia el frente. Algunas veces el cuerpo del ser huFigura 18.
Tumba M-U41 Mochica Tardío. Sacersotisa de San José de Moro. Castillo &
Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 26 mano o del animal está
indicado con líneas gruesas de pintura en el cuerpo de la jarra (Figura M12).
Usualmente el cuerpo pintado en la cámara aparece de perfil, lo que es
característico de esta área más no así del Mochica-Sur. Piezas semejantes
fueron encontradas en la tumba del Viejo Señor de Sipán (Alva y Donnan 1993,
Figs. 181 y 187). En algunos casos motivos triangulares irradian de la base del
cuello, probablemente representando un pectoral o collar (Figura M13). Existen
algunos raros ejemplos de jarras donde el cuerpo de la pieza en su totalidad ha
sido modelado como una cara (Figura M14). Las figurinas, raras en los conjuntos
de cerámica de entierros Mochica Medio (Figura M15) combinan elementos en
relieve y diseños en trazo grueso de pintura blanca. Este tipo de objetos
presentan muchas semejanzas con piezas de similar forma de la región
Mochica-Sur (Russell, Leonard y Briceño 1994). Las formas simples más importantes
durante Mochica Medio son ollas de cuello corto evertido o recto. Las bocas de
las ollas son amplias (Figura M16), con diámetros en promedio de más de dos
tercios del diámetro del cuerpo de la pieza. Finalmente, la cerámica Mochica
Medio más simple son peque- ñas piezas ligeramente cocidas en forma de
crisoles. Los crisoles aparecieron en pequeñas grupos, de entre una a tres
piezas en algunos entierros de Pacatnamú y en un entierro de San José de Moro.
Los crisoles encontrados en tumbas Mochica Medio y Tardío son casi idénticos,
posiblemente porque sus formas son tan simples que no se prestan para
variaciones estilísticas. El período Mochica Tardío La ocupación Mochica Tardío
del valle del Jequetepeque parece haber sido más intensa que las anteriores. Evidencias
de cerámica Mochica Tardío, especialmente las formas diagnósticas de jarras
cuello efigie llamadas «Nuevo Rey», o «Rey de Assyria» por Ubbelohde-Doering
(Figura T1) y de ollas de cuello plataforma (Figura T2) se encuentran en
numerosos sitios del valle (Hecker y Hecker 1990). En Pacatnamú la ocupación
Mochica Tardío está evidenciada en un pequeño número de entierros encontrados
por Ubbelohde-Doering cerca de la Huaca 31, y por varias áreas funerarias
documentadas por Verano (1987). Además de Pacatnamú los sitios Mochica Tardío
más importantes en el valle del Jequetepeque se encuentran localizados en el
área norte, especialmente en el sector comprendido en ambas márgenes del río
Chamán. Entre éstos, los más importantes están localizados sobre y alrededor de
los cerros Chepén y Colorado (Hecker y Hecker 1990), en el área de Chérrepe
(Guillermo Cock, comunicación personal, 1990), y en San José de Moro. De éstos
San José de Moro parece haber sido el centro ceremonial y funerario Mochica
Tardío. En San José de Moro veintidós entierros Mochica Tardío han sido
excavados arqueológicamente, y muchos más han sido huaqueados en los últimos
años. Estos entierros fueron encontrados en tres tipos de tumbas: fosas simples
sin mayores asociaciones y muy semejantes en forma a tumbas de los dos períodos
anteriores, tumbas de bota, semejantes a tumbas del período Mochica Medio
encontradas en Pacatnamú, pero con muy poca complejidad en cuanto a sus
asociaciones y preparación de los cuerpos; y grandes tumbas de cámara ricamente
ornamentadas y con múltiples asociaciones. Este gran número de asociaciones ha
permitido reconstruir en detalle el repertorio cerámico Mochica Tardío. El
repertorio de formas y estilos cerámicos en el período Mochica Tardío es mucho
más complejo y rico que su contraparte del período Medio. Esto es especialmente
cierto en cuanto a la cerámica fina, que presenta una enorme variabilidad de
formas y diseños. Una fuente de esta diversidad es ciertamente la influencia de
estilos cerámicos foráneos (Figura T3) encontrados prominentemente en los
entierros más complejos de San José de Moro (Castillo y Figura 19. Tumba M-U41
Mochica Tardío. Nicho sureste, contenía una botella estilo Nievería. San José
de Moro. Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur
27 Donnan 1994). Piezas con decoración polícroma o diseños en relieve imitando
estilos de la costa central (Castillo y Donnan 1994: 3.33) y piezas con diseños
típicamente sureños, tales como jarras mamiformes, o botellas carenadas
(angulares en el ecuador) (McClelland 1990: figs. 14 y 15) son muy frecuentes
en estos contextos (Figuras T4 a T7). El alto grado de innovaciones durante el
período Mochica Tardío hace imposible una descripción detallada de todas las
nuevas formas y decoraciones sea, por lo que aquí se incluyen descripciones
sólo de los tipos más comunes asociados con este período. Botellas pintadas con
diseños en línea fina son el sello de la cerámica Mochica Tardía. Pintura en
línea fina, que ocasionalmente aparece en jarras (Figura T8) o decorando piezas
tridimensionales (Figura T9), se encuentra más frecuentemente en botellas de
asa estribo. Estas piezas tienden a ser muy estandarizadas en sus formas y
decoraciones (Figura T10). El asa estibo está compuesta siempre de un pico
ligeramente cónico, y el estribo esta formado como un triángulo invertido
(McClelland 1990: fig. 6). Los cuerpos de estas piezas son tanto esféricos como
carenados (Figura T11). Existen algunos ejemplos de piezas cuyos cuerpos tienen
formas ojivales (Ubbelohde-Doering 1983: Abb. 49). La pintura de Figura 20.
Botella de doble pico y puente. Mochica Tardío. Personajes míticos. San José de
Moro. Colección Oscar Rodríguez Razetto. Figura 21. Botella asa estribo.
Mochica Tardío. Personajes míticos. San José de Moro. Colección Oscar Rodríguez
Razetto. Figura 22. Cántaro Mochica Tardío. Diseños florales. San José de Moro.
Colección Oscar Rodríguez Razetto. Castillo & Donnan, Los Mochicas del
Norte y los Mochicas del Sur 28 línea fina asociada con el período Mochica Tardío,
especialmente en especímenes del valle del Jequetepeque, representa la
culminación del estilo pictórico Mochica (Figura T12). Piezas finas en este
período también incluyen representaciones tridimensionales de animales, así
como de seres naturales (Figura T13) y sobrenaturales (Figura T14). Piezas
tridimensionales son raras en San José de Moro durante el período Mochica
Tardío. La cerámica de calidad media durante el período Mochica Tardío comparte
muchos rasgos con sus antecedentes del período Mochica Medio. Las jarras de
cuello efigie continúan siendo producidas, aún cuando en esta fase carecen de
detalles pictóricos. Las caras moldeadas en los cuellos son generalmente
simples, al punto que muchas veces los rasgos son indistinguibles (Figura T15).
Un tipo común de jarra de cuello efigie presenta un asa formada por un pequeño
brazo saliendo del hombro de la pieza hasta tocar el rostro (Figura T16). Esta
peculiar forma de jarra de cuello efigie ha sido algunas veces erróneamente
identificada como Gallinazo por sus crudos rasgos (Shimada y Maguiña 1994: Fig.
1.17). El ejemplo más común de jarra de cuello efigie son piezas del tipo Nuevo
Rey (Ubbelohde-Doering 1967: Fig. 59; Castillo y Donnan 1994: fig. 3.7), donde
aparece un individuo con patillas prominentes, ojos almendrados, bigotes a
ambos lados de la boca, orejeras circulares grandes, y una banda o corona en la
frente. El número de jarras con cuello efigie disminuye durante el Mochica
Tardío, y es reemplazado por jarras con cuellos cortos y constrictos, que
algunas veces están decorados con círculos impresos y bultos que forman una
cruda cara (Ubbelohde-Doering 1983: Abb. 50-8). Otra forma común en Mochica
Tardío es una pequeña jarra hecha a molde, con cuello recto evertido, cuerpo
ligeramente angular en el ecuador, y base plana. Estas jarras simples están
algunas veces finamente pulidas y pintadas en rojo oscuro, guinda, naranja y
crema (Figura T17). Algunas fueron cocidas en atmósferas reductoras,
adquiriendo un color que fluctúa entre el gris y el negro oscuro. Las jarras
simples están decoradas algunas veces con bandas de diseños en relieve en la
parte superior de sus cámaras (Figura T18). El diseño más común consiste en una
serie de patos guerreros (Figura T19). Finalmente, algunas botellas de asa estribo
encontradas en tumbas de cámara en San José de Moro también pueden ser
consideradas cerámica de calidad media ya que están hechas a molde sin mayor
tratamiento de sus superficies, muchas veces ni siquiera un simple pulido, y
sin decoración pictórica (Figura T20). Los ceramios simples y las formas
domésticas durante el período Mochica Tardío son muy semejantes a los descritos
para Mochica Medio (Castillo y Donnan 1994: fig 3.8 a 3.10). Las ollas son
semejantes en forma, y presentan una gran variedad de bordes, desde rectos y
cortos, hasta curvos y evertidos (Figura T21). La decoración de ollas también
incluye bandas de protuberancias en la parte alta del cuerpo. La decoración más
común en ollas durante esta fase son líneas burdas y gruesas alrededor del cuello
de la vasija, algunas veces extendiéndose hacia el centro de la vasija en
volutas. En algunos casos caras muy simplificadas fueron modeladas en el cuello
de la olla (por ejemplo Ubbelohde-Doering 1983: Abb. 50-5) mediante dos
círculos impresos peque- ños y una nariz en relieve. La forma más común de
ollas, y la que más frecuentemente se encuentra en superficie en sitios
domésticos Mochica Tardío, son ollas de cuello plataforma (Castillo y Donnan
1994: Fig. 3.9). Finalmente, las formas de cerámica simple más frecuentes son
crisoles similares a los asociados con entierros Mochica Medio. En San José de
Moro, los Figura 23. Botella asa estribo Mochica Tardío. Tema del entierro. San
José de Moro. Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del
Sur 29 Figura 24. Pieza escultórica Mochica Tardío. Individuo ricamente
ataviado, con bigotes y grandes orejeras. Tumba MU30. San José de Moro.
Castillo & Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 30
crisoles fueron encontrados en algunas de las tumbas de bota y en todas las
tumbas de cámara (Figura T22), donde sus números muchas veces excedieron las
mil quinientas piezas por tumba. En algunos casos crisoles fueron hechos a
molde y decorados en el cuello con un murciélago o felino (Figura T23). La
función de estos extraños objetos aún se desconoce, pero resulta sintomático
que no hayan aparecido en contextos domésticos. Aparentemente se fabricaban
especialmente para los entierros y, a juzgar por la ligereza de sus cocción,
poco antes del evento. La caracterización cronológica de la ocupación Mochica
del valle del Jequetepeque no es de ninguna manera definitiva. Aún existen
grandes períodos de tiempo que no están bien documentados, especialmente los
tránsitos entre los períodos Temprano y Medio, y este último y el período
Tardío. Conclusiones Hasta mediados de la década de los ochenta el consenso
entre los arqueólogos andinistas era que los Mochicas habían constituido una
sola cultura. Esto implicaba tácitamente que los Mochicas habían conformado además
un estado unificado único evolucionando en la costa norte a través de una
secuencia cronológica de más de 700 años configurada por Larco en cinco fases.
Esta noción y los datos que la sustentaban fueron por muchos años congruentes
con los trabajos arqueológicos que se realizaban en la costa norte, y con los
materiales existentes en colecciones privadas y publicas, ya que, como se
explicó en la primera parte de este trabajo, ambos se concentraron en la región
Mochica-Sur. No fue sino hasta el descubrimiento y excavación de importantes
evidencias de la presencia Mochica al norte de la pampa de Paiján que la
uniformidad monolítica del fenómeno Mochica comenzó a desmoronarse. El caso
mejor documentado a la fecha para el Mochica Norte es el desarrollo en el valle
de Jequetepeque. La reconstrucción de la secuencia cerámica en este valle, y su
diferenciación de la secuencia Mochica-Sur ha sido tratada en la segunda parte
de este trabajo. Es importante recalcar que la secuencia cerámica presentada
aquí es, para todo efecto, sólo regional. El derrotero de los estilos cerámicos
en el Jequetepeque no es necesariamente el mismo que en otros valles, y es
ciertamente diferente a lo que aconteció al sur de la Pampa de Paiján. No
debemos caer en la tentación de pensar que la secuencia propuesta Figura 25.
Piezas escultóricas Mochica Tardío. Iguana Antropomorfizada, Aia Paec tocando
tambor, individuo esquelético. Tumba M-U30. San José de Moro. Castillo &
Donnan, Los Mochicas del Norte y los Mochicas del Sur 31 describe la evolución
de la cerámica Mochica en los valles de Zaña, Lambayeque y Piura hasta que no
se hagan estudios comparables. Si bien las evidencias de la presencia Mochica
encontrada en estos valles han presentado muchas semejanzas con la que
encontramos en Jequetepeque, al punto que podemos asumir que todos estos valles
formaban parte de una misma subregión, también presenta importantes diferencias
y particularidades. Por ejemplo, en Jequetepeque no existen para el período
Mochica Tardío sitios de la magnitud de Pampa Grande en Lambayeque. A su vez la
concentración de entierros con cerámica fina Mochica Tardío encontrada en San
José de Moro no ha aparecido en ninguna otra región, y hasta este momento, en
ningún otro sitio. Es posible que estos dos sitios correspondan a dos unidades
políticas diferentes, o quizá ambos sitios tuvieron diferentes funciones bajo
un mismo sistema político. Estas incógnitas deberán ser resueltas a través de
programas sistemáticos de investigación arqueológica. Notas 1 Las fases
anteriores, denominadas Mochica clásico (un término que aún ahora los huaqueros
siguen usando para referirse a cerámica Mochica de las fases I y II) habrían
sido reportadas por huaqueros proviniendo de Purpur, pero ninguna evidencia de
estos estilos aparece en las excavaciones. La fase final, o Mochica V, tampoco
aparece en sus colecciones, por lo que la conquista y control Mochica del valle
de Virú parecería circunscribirse a las fases III y IV de la cronología de
Larco. 2 Para determinar a que cultura o período corresponde un sitio
arqueológico, lo que los arqueólogos llamamos ‘fechar un sitio’, usamos
básicamente los fragmentos de cerámica que encontramos en su superficie. En
sitios arqueológicos encontramos frecuentemente fragmentos de ollas, cántaros y
otros artefactos domésticos y ocasionalmente fragmentos de cerámica fina.
Lamentablemente la cerámica fina refleja mejor los cambios en el tiempo, de ahí
que la importancia de establecer que formas domésticas son contemporáneas con
las formas finas. 3 La muestra de botellas provenientes del valle de Piura es
mucho más extensa que la muestra de botellas Mochica Temprano de Jequetepeque,
por lo que no nos debe sorprender que la primera incluya algunas formas que no
han sido reportadas en la segunda. Estas incluyen, por ejemplo, ciertas figuras
míticas, así como individuos sentados ataviados con grandes tocados (ver, por
ejemplo, Lapiner : Figuras Lumbreras Entre éstos, y
claramente reflejando la casi totalidad del fenómeno cerámico Mochica Medio, destaca
la tumba E-I (Ubbelohde-Doering Bibliografía Alva, Walter Discovering the New World’s richest
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splendor. The Moche of ancient Peru. National Geographic Alva,
Walter, and Christopher B. Donnan 1993 Las Tumbas Reales de Sipán. Fowler
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